El bullying que una escuela legitimó

Desde que el mundo es mundo, los chicos transgreden las normas. Es su forma de aprender; van explorando los límites para ver hasta dónde se puede y hasta dónde no. A veces son asombrosos, ocurrentes y tiernos; pero otras, pueden portarse mal y hasta ser los más crueles. Por eso, es nuestro deber guiarlos con los límites, demarcando el camino por el que deben circular tranquilos. El problema es cuando somos los adultos los que no sabemos muy bien cuáles son esos límites. Manejamos un equilibrio delicado y peligroso.

No es la primera, ni la última vez que en una escuela exista una situación de bullying entre un niño y sus compañeros. Es un tema que hace años se ignoraba pero que está resonando mucho en estos días. Sin embargo, sí es raro que sea la misma institución la que legitime esa circunstancia.

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Ocurrió en Carolina del Norte, Estados Unidos. Un chico de 9 años, llamado Grayson Bruce, fue atacado a golpes por sus compañeros por llevar su almuerzo en una lonchera de My Little Pony. Es que hace unos años estos dibujos animados volvieron a ponerse de moda y Grayson, como muchos niños de su edad, pertenece a un club de fans que se hacen llamar Bronies.

El niño, que ya venía sufriendo el acoso verbal y físico desde hacía tiempo, fue duramente agredido cuando exhibió el cofre con su almuerzo, porque sus compañeros lo consideraban un objeto para ‘niñas’.

Hasta acá la historia parece una más de tantas que suceden a menudo en los grupos escolares. Lo curioso es que lejos de tomar riendas en el asunto y desactivar el foco de conflicto, la institución declaró que esa lonchera era el ‘detonante del acoso’ y por eso le aconsejaban al Brony que la dejara en su casa. Es decir, de víctima el muchacho pasó a ser el victimario del problema. Esto me recuerda mucho a una sentencia que dictaminó la Corte de Casación en Italia, a fines de los 90, que decía que no se consideraba violación si en el momento del hecho la víctima llevaba unos jeans ajustados, porque era imposible quitarlo sin su consentimiento. Esto es realmente terrible, porque no pone el foco en el verdadero problema, que es la violación. Entonces, se termina perjudicando al inocente.

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¿Malaprendido o maleducado?

Me pregunto por qué, en el caso de la escuela, actuaron de ese modo. Y creo que resulta más fácil para las autoridades ordenar que el niño deje el objeto en su casa, que tomarse el trabajo de enseñarles a los alumnos de qué se trata la libertad. Que en realidad pocas personas la tienen clara.

Es más, hablando del tema con los conocidos y leyendo los comentarios de los lectores el día que se publicó la noticia, lo primero que surge es: “¿Y por qué se viste de nena?” o “La culpa es de los padres que le permiten llevar esa lonchera”. Entonces, me doy cuenta de que a veces los responsables de enseñarles a los chicos estamos bastante confundidos. Por eso aprenden mal.

El mensaje que les trasmitimos es erróneo, porque lo primero que deberíamos pensar y luego trasmitir es cuán crucial es el derecho a la libertad y el respeto por individualidad. ¿Cuántos problemas menos surgirían en el mundo? Y aunque suene paradójico, respetando la individualidad seríamos más generosos, menos individualistas. Pero hoy esto suena como una utopía.

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¿Por qué no poder ser como deseamos, mientras que no perjudiquemos a nadie? ¿A quién molesta ese niño llevando su comida en ese cofre o vistiendo como se le dé la gana? Muy diferente sería si la institución impusiera como regla que todos deben llevar el mismo uniforme con los mismos utensilios para no generar desigualdad. Pero no parece ser el caso.

Obligar al niño a dejar la lonchera en su casa para no provocar su propio acoso es como ocultar la tierra debajo de la alfombra. Porque así, esos muchachos ‘maleducados’ seguirán acosando a todo aquel que sea diferente. ¿No es mejor solucionar el problema desenredando el verdadero nudo?

Por suerte no todo es negativo en este episodio y, como se dice habitualmente, no hay mal que por bien no venga. En estos días se ha creado un movimiento popular que abrió una página de Facebook en apoyo a Grayson. Y ya se unieron alrededor de 15,000 personas. Quiere decir que el mundo está cambiando de a poco, pero avanza. Aunque aún queda mucho por hacer.

 

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