Cuando los chicos no se quieren bañar

Agotada de que siempre que le digo a Mora que se bañe me responda con un “No” rotundo, intenté tratar de entender qué es lo que la impulsa a rehusarse una y otra vez a algo tan natural y reconfortante. Entonces, a modo de juego le anuncié que le haría una entrevista, y ella accedió encantada.

¿Por qué cada vez que te digo ‘a bañarse’ me dices no? / Foto: Thinkstock
¿Por qué cada vez que te digo ‘a bañarse’ me dices no? / Foto: Thinkstock

- Mora: ¿por qué cada vez que te digo ‘a bañarse’ me dices no?

“Porque a veces estoy ¡tan cansada!”.

- Pero el agua te relaja…

“Sí, pero solo cuando me baño de inmersión. Porque la ducha está tan fuerte que te duele la espalda”.

- ¿Y no te sientes mejor con olorcito rico?

“Me siento más mojada…”

- ¿Y no te importa que los demás digamos que hueles bien o que hueles mal?

“No”

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- ¿Te da igual?

“Es un tema complicado… es que si estás con una persona importante no te va a decir que tienes feo olor”.

- ¿Y no te importa que lo piense?

“Yo no puedo entrar a su mente”.

- Es decir que no te importa…

“Depende, si huelo a pescado si me importa, pero un poco de tufo no me molesta”.

- Entonces, ¿cada cuánto deberías bañarte a tu entender?

“Cada 4 días”.

Ok, empezamos esta semana y cómo te sientes…

Paso siguiente, probamos. Como advertí que no tenía un motivo importante y que su lógica es totalmente distinta a la de un adulto, la dejé experimentar hasta que ella misma me pidiera por favor zambullirse entre las burbujas de jabón.

Los primeros tres días parecía no importarle nada. Y aunque moría por agarrarla de la cabellera y meterla bajo el chorro de agua, aguanté sin decirle una palabra. Dos días más tarde, vino como si nada y me dijo: “Mamá, me voy a dar un baño” y seguí mordiéndome los labios pero no emití opinión sobre el tema. Un simple bueno. Y, aunque parezca difícil de creer, se terminó el problema.

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Como mamá puedo contarles cómo me funcionó esta experiencia con una “casi” preadolescente que comienza a rebelarse de a poco. Me di cuenta de que para Mora negarse a su higiene era una forma de llamar mi atención. Cuando perdió el efecto de mi enojo y quedó bajo su responsabilidad se desactivó su estrategia.

No creo que a todos los padres les funcione lo mismo, porque no todos los niños son iguales. Pero existen ciertos consejos útiles que podrían llegar funcionar cuando nos cansamos de pedirles que se bañen. Por ejemplo:

- Nunca perder la calma, porque muchas veces es lo que los chicos están buscando. Además, cuando nos descontrolamos terminamos actuando de la peor manera.

- Hablar con el chico y asociar la higiene con la salud. Hay que explicarle que con el baño se evitan unas cuantas posibilidades de enfermarse o de tener alguna infección.

- Si se no quiere bañar para no cortar el juego, mientras que sea posible, puedes invitándolo a jugar dentro de la bañera.

- Si tu hijo ya está entrando en la preadolescencia, cuéntale acerca de cómo actúan las hormonas en su cuerpo; que vuelven su piel y su pelo mucho más grasosos y olorosos.

- Si es una niña o un niño coqueto, dile que al lavar su pelo quedará mucho más brillante y sedoso.

- Cuéntale lo bien que se verá perfumado y bien limpio, y qué efecto produce en los demás. Por otra parte, aclara que la ropa limpia sobre el cuerpo sucio no se luce.

Fuente: www.vidaysalud.com y www.familia.aollatino.com

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