Consejos para padres de niños distraídos

Es imaginativo, soñador, no deja de crear historias en su cabeza y parece vivir en un mundo feliz, ese mundo que inventa él mismo… Así era la descripción del pequeño hasta que entró en la escuela. Esas parecían ser sus cualidades más destacables para unos padres orgullosos que no querían sacarlo de su burbuja perfecta.

Es imaginativo, soñador, no deja de crear historias en su cabeza y parece vivir en un mundo feliz, ese mundo que inventa él mismo… / Foto: Thinkstock
Es imaginativo, soñador, no deja de crear historias en su cabeza y parece vivir en un mundo feliz, ese mundo que inventa él mismo… / Foto: Thinkstock

Pero desde que se ha escolarizado, esas características se han vuelto en su contra. La maestra los ha citado porque siempre está perdido, no logra apropiarse de las propuestas que le ofrecen, no cumple con las consignas y cuando quieren ayudarlo en casa termina por sacar de quicio a cualquiera; es que no presta atención y ya ni siquiera el castigo resulta. Por momentos aparece la duda de si tiene algún problema neurológico, pero el pediatra lo ha descartado, solo dice que es distraído. ¿Qué hacer para que no viva perdido?

La Licenciada en Psicología Verónica Barca nos ayuda a entenderlo mejor y nos da algunas pautas para potenciar su lado positivo.

De la luna a la tierra

¿Hay que preocuparse cuando a un chico le cuesta estar concentrado?

“Más que preocuparse hay que ocuparse. Prestar atención y ver hasta dónde esa actitud perturba otras áreas de su vida. Hay que diferenciar primero el mundo neurológico, del emocional y de las características de personalidad. Puede haber trastornos de atención que no tengan que ver con un problema neuronal sino con una cuestión de personalidad. Un chico puede distraerse porque le encanta disfrutar del entorno. Puede suceder también, que quiera evadirse de la realidad porque está viviendo alguna situación conflictiva. Entonces, se crea un mundo para sentirse bien.

Todo obedecerá al equilibrio que se establezca en los distintos aspectos de su persona. De todas formas, el criterio de realidad es parte de nuestro psiquismo y tiene que adquirirlo de alguna manera. El preocuparse o no, dependerá de que pueda llegar a un equilibrio en el que puedan combinarse los diferentes ámbitos de su vida”.

¿Son chicos más sensibles?

“No está necesariamente relacionado; yo diría que más que sensibles son imaginativos. La sensibilidad pasa por otro lado”.

A veces los padres tienen miedo de que se trate de una cuestión de capacidad, ¿son menos inteligentes?

“Tampoco tiene que ver con la incapacidad. Pueden ser inteligentes aunque no logren que sus estrategias les rindan. Pero además, hay muchas clases de inteligencia, no solamente la que mide el colegio. Habría que hacer una evaluación diagnóstica psicológica para ver cómo se está desarrollando. Puede pasar que el estilo educativo de esa institución no logre convocarlo.

Por otra parte, también depende del contexto en el que vivimos y de qué tipo de valores destaca su entorno. Hay que ver hasta dónde se toleran las diferencias. A veces los adultos piensan que si un niño está volando con la mente (porque en realidad está pensando en lo que le gusta) está perdiendo el tiempo. Las diferencias nos asustan, pero no hay que tenerles temor sino escuchar lo que le puede estar pasando”.

Sí, pero los papás también queremos que le vaya bien en sus estudios ¿Cómo podemos ayudarlos a despertarles ese interés?

“Lo que hago en mis sesiones es convocar a los chicos para que escriban lo que se les cruza por la cabeza cuando se distraen. Es bueno que quede plasmado en un lugar y así mostrarles que en la vida, además de eso, también existen otras cosas. El producto de su fantasía por un lado y lo demás por otro, que también es necesario. Es decir, no hay que reprimirlos sino encontrar un modo de que puedan plasmar su fantasía en algo concreto. Ver qué pueden hacer con lo que tienen. Pero es necesario enseñarles que hay un tiempo para eso y otro para el resto. Tienen que entender que hay cosas que van a tener que hacer si o si en su vida. Por otra parte, los padres también tendrían que pensar que la escuela quizás no es la adecuada. Podrían necesitar una escuela de arte. Pero para eso hay que escucharlos y ayudarlos a canalizar sus actitudes”.

¿Es bueno pedirle a la maestra que lo aparte para que no lo distraigan los compañeros?

“A los chicos con trastornos severos de atención hay que sentarlos adelante, cerca de la maestra. No estaría mal que los padres planeen junto con ella una estrategia para que su hijo pueda integrarse a la clase”.

¿Existen ejercicios para ayudarlo a concentrarse?

“Si, existen algunas técnicas. Un ejercicio es, cada vez que se distrae, que haga una rayita en una libreta. Y al final, tiene que contar cuántas veces se distrajo para que en la próxima oportunidad trate de que sean menos rayitas. Otro método es cuando quiere levantarse de su asiento o charlar con alguien, pero tiene que prestar atención en clase o a su tarea. Entonces, cada vez que piense en hacer tal o cual cosa debe anotarlo. Al final de la tarea va a tener un tiempo para hacer eso que pensó”.

¿Va a cambiar cuando crezca o va a ser siempre igual?

“Eso es impredecible. Tiene que ver con la cantidad de experiencias que viva a lo largo de los años. Lo sí que podemos intuir son estilos de personalidad”.

¿Debemos incentivarle algún área especial para que se dedique cuando sea grande?

“Es bueno aprovechar las habilidades que traen los chicos. A veces hay que trabajar sobre los prejuicios que nos hacen torcer esas habilidades. Porque quizás al niño le encanta dibujar historias y ellos piensan que no le servirá ser dibujante cuando sea grande. Así están reprimiendo una capacidad que podría ser muy útil en un futuro. Por eso digo que es necesaria una mirada sin prejuicios. Hay que trabajar con los chicos pero también con los padres”.

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