¿Usar cupones de descuento en una cita romántica?

Al momento de pedir la cuenta de una cena maravillosa, ‘cuponear’ liquida al galán. / Foto: Thinkstock
Al momento de pedir la cuenta de una cena maravillosa, ‘cuponear’ liquida al galán. / Foto: Thinkstock

Es frecuente ver en los supermercados que los clientes utilizan cupones de descuentos para que el gasto por la compra se atenúe un poco. Esta clase de promociones de venta que implementa el marketing de las empresas es una herramienta de larga data. Hace 120 años ya existía el recurso de los cupones de descuento para proveer un alivio al bolsillo.

La pregunta es: ¿debemos los hombres usar un cupón de descuento en una cita con una señorita?

Para entender de qué estamos hablando, un poco de información no vendrá mal: El primer cupón de descuento fue inventado por Coca-Cola en el año 1887 y entregaba unos tickets impresos los cuales había que canjear por vasos gratis de la bebida gaseosa, con la intención de hacerla conocida.

De allí en más, el uso de cupones se extendió a casi todas las marcas que desearan alcanzar masividad al permitir “estirar” el presupuesto del consumidor. Hoy en día, la técnica del cuponing sigue vigente y creciendo con buen ritmo, incorporándose desde hace unos años el formato digital. En un estudio reciente realizado en Alemania por el Link Institut y la revista Horizon se concluyó que los hombres y las mujeres tienen distintas preferencias al momento de utilizar cupones.

Casi la mitad de los hombres que canjean cupones lo hacen en tiendas de artículos electrónicos y más de 35% de las mujeres opta por emplearlos para lograr descuentos al adquirir productos de moda y accesorios. La práctica está muy difundida y realmente representa una ayuda, sobre todo en contextos de crisis en los cuales se busca un precio lo más económico posible.

A pesar de ello, hay momentos en los que extraer un cupón para pagar, puede resultar contraproducente y la solución económica que se intenta perseguir podrá tener el resultado menos esperado.

En una cita, y no necesariamente en una romántica, la mujer espera del hombre ciertos comportamientos básicos. La caballerosidad si bien no garantiza absolutamente nada, es el complemento que hace subir el puntaje de quien la despliega. Si la invitamos a cenar abrirle la puerta, cederle la mejor ubicación, permitir que elija en primer lugar lo que ha de comer, son actitudes deseadas y deseables.

Cuando llega el momento de concluir la amable cena que nos ha dejado como un príncipe, puede ser un tropiezo mortal extraer de nuestro bolsillo para pagar el servicio un cupón de descuento.

¿Es posible que al solicitar la deducción también disminuya el rango de la cita? O lo que es peor e imperdonable, ¿corremos el riesgo de que se interprete como una rebaja en la importancia de la dama?

Esa es una contingencia que si decidimos seguir adelante nos podrá transformar de príncipes, en bellacos.

¿Qué opinas? ¿Te ha pasado?

@sebas4nier

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