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Convivir con una persona maniática

¿Qué tan difícil puede ser convivir con una persona que tiene una evidente manía? / Foto: Thinkstock
¿Qué tan difícil puede ser convivir con una persona que tiene una evidente manía? / Foto: Thinkstock

¿Es correcto llamarla maniática? ¿Suena muy duro? Pues bien, a una persona que exhibe un número considerable de manías no puede aplicársele rigor más justo desde el punto de vista idiomático: maniática.

Para algunos psicólogos que conozco, las manías son trastornos mentales que consisten en la elevación anormal del estado anímico. Sin ser tan estricto, se diría que es una costumbre o comportamiento raro, una afición irracional y exagerada hacia una cosa. Desde las inocuas como la tasalomanía, que es la fascinación intensa por el mar; otras más preocupantes como la oniomanía, la compulsión incontrolable por comprar; hasta las que ponen al individuo al borde del delito como la cleptomanía, o sea el impulso irresistible por robar.

La esposa de un amigo tiene la manía de desmenuzar cosas: papelitos, el pan, los sobrecitos de azúcar, los cigarrillos…

Uno puede saber dónde estuvo Graciela porque hay miguitas de lo que imagines en esos lugares. Su manía suena graciosa y muchos la consideran aceptable, pues no hace daño a nadie... excepto a Julio. Lo curioso es que antes de casarse y llevando un noviazgo de dos años, Graciela jamás manifestó descontrol alguno relacionado con ese hábito. Se desató en la luna de miel.

Alojados en un fastuoso hotel de una isla caribeña, recibían el desayuno todas las mañanas y Julio lo llevaba, en su correspondiente bandeja, a la cama. En esos momentos él advirtió que su flamante esposa jugueteaba con el pan tostado el primero, el segundo... hasta el último día. A pesar de hacérselo notar, Julio se dio cuenta que ella no podía dejar de hacerlo. No hay cuestión más incómoda que introducirte en una cama repleta de migas.

Si van a cenar a un restaurante, la mesa termina como un chiquero. En general a mí no me parece tan grave, pero quizá sea porque yo no convivo con la mujer de mi amigo, que con resignación nos relata en las reuniones de hombres que realizamos las nuevas formas creativas que adopta la manía de Graciela. Cuando pasa un tiempo frente a la computadora, el escritorio queda hecho un basurero, parece Kosovo. La última anécdota nos describía la cantidad de “papel picado” que producía Graciela al ir al baño utilizando como materia prima el papel sanitario o de toilette.

Así llevan casados 17 años. Hay que tener en cuenta que todos tenemos manías y costumbres tan arraigadas que resultan difíciles de evitar, pero que sí pueden ser toleradas a partir de amor y paciencia.

Como dice Julio: “La manía de Graciela es un gesto que rebaja su nivel de ansiedad en determinadas situaciones. Entonces si a ella le hace bien, a mí también. Es maniática, pero la quiero”.

Y tú, ¿eres de los que tiene manías? ¿Cómo se hace para lidiar con ellas en pareja?

@Sebas4nier

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