Lo que un hombre valora de una mujer

La confianza es una emoción positiva, la base sobre la cual construimos nuestras relaciones. / Foto: Thinkstock
La confianza es una emoción positiva, la base sobre la cual construimos nuestras relaciones. / Foto: Thinkstock

Alguna vez se sabrá por qué “la confianza mató al gato” y quizás nos enteremos cuál fue el móvil para sospechar que la confianza ha cometido tal crimen. Porque sólo hablan cosas buenas de la confianza, es una de las razones por la cual los hombres la considerarán una cuestión clave para que perdure su relación de pareja.

Al contrario de los animales, los humanos confiamos de manera consciente. Lo hacemos voluntariamente y muchas veces resulta un gran esfuerzo conseguir la confianza de una persona. Cuando lo logramos, las relaciones se simplifican, se allanan.

La primera experiencia que los hombres tenemos con la confianza es a través de los amigos, en la infancia, cuando aprendemos quién es de fiar y quién no. Esto sucede mucho antes de que llegue una señorita a nuestras vidas.

La confianza es una emoción positiva, es la base sobre la cual construimos nuestras relaciones. Es notable que, al igual de que del amor al odio hay un paso, de la desconfianza al quebranto total de confianza también hay un sólo tranco.

Aquí se exponen algunos casos en los que los hombres frecuentemente pierden la confianza en la dama que los acompaña:

Caso 1: En ocasiones una mujer dice una cosa, pero está pensando todo lo contrario. Seguramente su inflexión de voz o su lenguaje corporal esté enviando el mensaje correcto pero de sus labios el discurso sea otro distinto. Aceptémoslo, a los hombres nos resulta muy difícil darnos cuenta de esa sutileza. La dicotomía nos desorientará y el doble mensaje no será de nuestro agrado.

Caso 2: Están aquellas mujeres que, con su rostro más angelical, nos interrogarán con cautela sobre nuestra agenda diaria: ¿Qué vas a hacer hoy? ¿Te quedarás en la oficina? ¿A dónde irás? ¿Con quién almorzarás? ¿Me llamarás cuando hayas terminado? ¿Cómo sabré si vendrás temprano? Y sucede que por la noche contrastarán lo que hemos dicho con lo que luego hicimos. Con tono suspicaz “las controladoras” nos interpelarán, y nos sentiremos acorralados y con ello perderá solidez la relación.

Caso 3: Cuando llegamos a nuestro hogar los hombres creemos haber arribado a nuestro refugio de protección, nuestra guarida. ¿Qué sucederá si nos enteramos que nuestra mujer ha ingresado a nuestra cuenta de Facebook sin siquiera consultarnos? ¿Y si nos diéramos cuenta por casualidad que ella ha consultado en secreto nuestros movimientos bancarios o incluso advertimos que ha hurgado en los bolsillos de nuestra chaqueta? Esto romperá la ilusión de sinceridad.

Caso 4: No son pocas las mujeres que manipulan el terreno sexual como premio o castigo por lo que ellas determinan que es un complimiento de sus normas o una infracción a sus deseos. La comunicación indirecta no funciona bien en los hombres.

Caso 5: La mujer inteligente sabe que el hombre necesita su espacio. Siempre ha sido así y posiblemente siempre lo será. Si de buenas a primeras por una salida con sus amigos o a raíz de una escapada al campo de golf se los acusa de egoístas, ella estará presionando los botones incorrectos.

En general a los hombres nos gustan las mujeres por su sencillez, por ser guardianas de nuestros secretos, las escoltas de nuestros delirios. La mujer que quiere un hombre, según lo prescribe Serrat en aquella canción: “…no necesita bañarse en agua bendita… no necesita deshojar cada noche una margarita…”, posiblemente sólo ganarse su confianza.

¿Qué te parece?

@Sebas4nier

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