Hagamos cuentas; cada cual con su dinero

Allá por la quinta década del siglo pasado, hace apenas 60 años, según cuenta la leyenda, a algunos bancos estadounidenses se les habría ocurrido inventar, para sus clientes más selectos, un producto bancario muy especial.

¿Y si nuestro dinero estuviera protegido de extracciones 'al pasar' por parte de nuestras esposas o novias?
¿Y si nuestro dinero estuviera protegido de extracciones 'al pasar' por parte de nuestras esposas o novias?

Para entender la oferta hay que ubicarse en el contexto de la época. Por ese entonces el hombre casado era casi excluyentemente el encargado de traer el dinero a su casa. La mayoría de las mujeres no trabajaba y estaban dedicadas a las tareas hogareñas y a la crianza de los hijos.

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Dentro de ese entretejido socialmente admitido, parece que alguien consideró que el hombre debía tener una zona personal, íntima, un área prácticamente de exclusión a terceros; más específicamente alejada de la intervención de su esposa. Por eso eran consideradas 'cuentas masculinas'.

Esta invención, una idea del marketing para crear nuevos clientes y fidelizar a los existentes a través del promocionado producto bancario, habría pretendido concretamente permitir que el cliente 'hombre' pudiera disponer de algunos fondos de su propiedad para gastos discrecionales sin tener que rendirle cuentas a nadie.

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En las 'cuentas ejecutivas' —así las habrían llamado—, los resúmenes de cuenta serían prácticamente invisibles, enviadas a un domicilio que el cliente varón previamente acordara. La reserva de los datos y movimientos sería su principal característica.

Quizás hoy no exista un mercado puntual para un producto bancario que estuve comentando, aunque intuyo que apartar algo de dinero para uso privado e inconsulto puede que sea una operación que a más de uno le resultaría altamente conveniente.

Nos estaríamos salvando, por tener ahorros en otro sitio, de ser víctimas del “bolsilleo” de nuestras esposas o novias. Esto significa que nuestras billeteras estarían protegidas de extracciones "al pasar".

Así, estas situaciones dejarían de preocuparnos: “Julio, te saco unos billetes, que mañana voy a la peluquería”, “Arturo, estos pesitos que tienes en la chaqueta me vienen bien para algo importante que tengo que comprar!”, “Fernando, qué suerte que encontré estos dinerillos que te deben estar sobrando. Me los llevo, ¡gracias!”. Y así…

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De todas maneras, de lo que va de ayer a hoy se desprende lo vertiginoso y profundo de los cambios que ha experimentado nuestra sociedad. La mujer se ha incorporado al mercado laboral de manera masiva, en muchos casos ganan más que los hombres y ocupan altos cargos en niveles de decisión. Una cuenta con las particularidades de las que narra la historia de las 'Cuentas Ejecutivas Masculinas' de la década del 1950 hoy sería considerada discriminadora y por ende, imposible de implementar sin sufrir desaprobación colectiva.
Peor aún, pienso que la verdadera debacle sobrevendría si a alguna mente creativa se le ocurriera inventar 'Cuentas Ejecutivas Femeninas'. Ahí sí, entonces los hombres estaríamos definitivamente perdidos.

@sebas4nier