Caballeros sin armadura

A lo largo de los siglos, el hombre ha intentado encontrar el arma que sea más eficiente para seducir a las mujeres. Ya lo decía aquel filósofo con gran precisión: “Todo lo que hace un hombre es para conquistar una mujer”. Bien, el tiempo fue transcurriendo y los ensayos por encontrar el camino más directo al corazón femenino fueron arrojando algunas certezas.

Las 'nuevas leyes del flirteo' están olvidando dos claves fundamentales: la serenidad y la caballerosidad. / Foto: Thinkstock
Las 'nuevas leyes del flirteo' están olvidando dos claves fundamentales: la serenidad y la caballerosidad. / Foto: Thinkstock

Nadie podrá discutir que pequeños actos de caballerosidad utilizados en el lugar y momento correctos van logrando efectos favorables en la conquista.

Pero las épocas parecen estar cambiando y las “nuevas leyes del flirteo” están olvidando dos claves fundamentales: la serenidad y la caballerosidad. Si ambas han sido testeadas infinidad de veces con un alto grado de éxito, ¿por qué dejarlas de lado u obviarlas?

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La nueva generación de galanes carece de la serenidad y aplomo indispensables y el arrebato por un encuentro exprés con el sexo opuesto muestra su torpeza. Recordemos lo que decía el Emperador Bonaparte a su asistente: “Vísteme despacio que estoy apurado”.

Ni hablar de la extraviada caballerosidad. Ya no se ven ni los más básicos ritos: dejar el paso a la dama, abrirle la puerta, ayudarle a cargar algún objeto, retirar la silla al llegar a la mesa para que pueda sentarse, llenar su copa, etc. Todos ellos son artilugios probados y que funcionan. Con ellos se han construido puentes en terrenos del amor casi imposibles, abierto puertas a corazones indiferentes, encendido imprevistas llamas de pasión.

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Entonces, ¿por qué los jóvenes han reducido la estrategia de seducción a través de la caballerosidad a un mínimo histórico?

De nada sirve excusarse en supuestos nuevos parámetros de liberación femenina e igualdad entre géneros. Una dama es una dama y el caballero siempre deberá comportarse como tal.

Los jóvenes donjuanes no deberían salir a una cita sin esas dos armas letales —la serenidad y la caballerosidad—. De otro modo las féminas irán tomando el control de la conquista y el hombre irá perdiendo puntos, desdibujando su función en el encanto de la serpiente. Este proceder masculino torpe y alocado se está extendiendo y generalizando.

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Por eso, los pocos que todavía conserven en su ADN el don de la galantería serán los aventajados.

Recuerden que, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

@sebas4nier