Sexo y estrés

Problemas de dinero, presiones laborales, grandes responsabilidades, dificultades familiares, separaciones, cansancio y el modo de vida acelerado, son situaciones que provocan estrés. Vivimos inmersos en una sumatoria de respuestas preparadas para ajustarnos exitosamente a las demandas del entorno.

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Paradójicamente, mientras que, el sexo es la mejor vacuna contra el estrés, el estrés, sería el peor enemigo del sexo. Y esto vale tanto para varones como para mujeres. Entre los trastornos más frecuentes, se encuentran alteraciones en el deseo sexual, eyaculación precoz, problemas de erección, coito doloroso, falta de lubricación vaginal y anorgasmia en la mujer.

El estrés, hace que la testosterona (una de las principales hormonas relacionadas con el deseo sexual) descienda, y que el nivel de cortisol en sangre, aumente debilitando las funciones sexuales y reproductivas.

Las preocupaciones cotidianas, y una tensión prolongada dañan significativamente el deseo sexual, faltan ganas (tanto en pareja como en solitario), no se propone o inicia el contacto, se rechazan propuestas del otro porque la persona realmente se siente cansada, bloqueada o "con la mente en otras cosas más importantes".

Pero el estrés también afecta otras fases de la respuesta sexual. Algunos hombres experimentan más dificultad para alcanzar y mantener la erección, y, debido a la ansiedad, eyaculan precozmente. En las mujeres, altos estados de angustia imposibilitan que pueda centrarse en las sensaciones placenteras, disminuyendo la respuesta de excitación y lubricación. Todos estos impedimentos predisponen negativamente para el próximo encuentro sexual, produciéndose de este modo un círculo vicioso.

Con la actividad sexual, se eleva el riego sanguíneo y la oxigenación pulmonar, y se producen más endorfinas, hormonas que mejoran el estado anímico y aumentan los niveles de oxitocina, hormona que revitaliza a la persona . Además, sus efectos relajantes, favorecen un buen dormir. Y no se trata solo de coito, sino de abrazos, caricias, besos y el despliegue de todos y cada uno de nuestros sentidos.

Algunas pautas que te pueden ayudar son:

  • Compartir una ducha o baño de agua caliente con la pareja puede ser una buena manera de iniciar el contacto sexual sin presión.

  • Elegí un momento y un lugar de intimidad, sin interrupciones ni prisas.

  • Un masaje con aceites puede contribuir y mucho, a focalizarse con los sentidos en las sensaciones y a desinhibirse.

  • Date el permiso para fantasear y para pedir lo que te gusta

  • Cuando estás en la intimidad, con tu pareja, comprométete a no hablar durante esos instantes de los problemas y/o tareas habituales.

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