Secretos sexuales

Por temor a desatar reacciones no deseadas, por inseguridad, por no herir sentimientos, por atavismos culturales o por lo que fuera, hay capítulos de la historia de cada uno (particularmente los que tienen que ver con la sexualidad), que nunca conocerá nuestra pareja. Incluso de sexo hablamos poco: no le decimos qué nos da placer y qué cosas no nos mueven un pelo, preferimos parecer desmemoriadas antes que evocar nuestra iniciación amorosa o nuestras relaciones anteriores, tememos crear malentendidos si exponemos nuestras fantasías, nos cuesta hablar de nuestras frustraciones.

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Una aventura amorosa

Carolina, 28 años: "A veces tengo miedo de que se me escape durante el sueño. Una pesadilla, un nombre y chau. Todo puede irse al mismísimo demonio. Juan solo fue un recreo, una aventura. Me da miedo que Pablo se entere. Lo quiero demasiado como para hacerlo sufrir. No entendería lo que esa experiencia significó para mí.

Este es uno de los secretos más comunes y, en general no da buen resultado transparentar las incursiones extramatrimoniales: implica herir el narcicismo del engañado, algo difícil de tolerar.

Nuestras fantasías sexuales

Gaby, casada, 38 años: El me insiste para que le cuente mis fantasías, pero a mí me da no sé qué. Me da vergüenza que él piense que soy insaciable. Es que yo fantaseo con acostarme con dos hombres al mismo tiempo, dos que se desviven por complacerme y hacerme feliz. Me pregunto qué pasaría si le contara mis fantasías. En principio dejarían de ser mías.

¿Qué otra cosa podría pasar? Depende de cada uno. Algunas personas integran sus fantasías en la relación de pareja y otras -las más- las dejan en su esfera personal, entre sus secretos mejor guardados. Lo cual no está mal. Preservar la intimidad y enriquecerla en lo sexual es tan válido como contar todas las fantasías o los gustos personales. Contarlas es bueno en la medida en que sirva para que la pareja crezca, pero si va a significar pérdida de confianza y recelos mutuos, más vale mantenerlas en reserva.

Rompiendo con los secretos

Muchas parejas, se inhiben y no se animan a hablar claramente sobre sus preferencias, a la hora de hacer el amor. No les decimos qué nos gusta, qué nos excita, qué nos da placer. No les pedimos. El argumento, repetido y erróneo: se tendría que dar cuenta. Y, en verdad, nadie puede adivinar qué le pasa, que desea el otro. Al no hablar, al no pedir, nos estamos privando de un encuentro sexual mucho más placentero.

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