¿Existe una normalidad sexual?

¿Existe una normalidad sexual? / Foto: Thinkstock
¿Existe una normalidad sexual? / Foto: Thinkstock



Muchas personas me piden en la consulta o vía e-mail que les diga si determinada conducta sexual es normal o no. Cada una de esas inquietudes apunta a una de las serias preocupaciones de gran cantidad de gente en la sociedad actual. Al parecer, para muchas personas es importante saber que encajan dentro de la normalidad y eso les brinda mucha tranquilidad, independientemente del significado que se dé al término.

Por ejemplo, la frecuencia sexual es una fuente de preocupaciones, dudas e inseguridades en un buen número de parejas y personas que quieren saber cuál es la frecuencia normal con la que una persona debe mantener relaciones sexuales. Por ello se preguntan: ¿cuál es la frecuencia sexual “normal” para una pareja: una, dos o tres veces a la semana, o incluso más veces?

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La frecuencia es un tema que cada pareja tiene que pactar, de acuerdo con sus propias necesidades, sin ajustarse a las estadísticas. Más aún, obligarse a alcanzar determinadas frecuencias sexuales suele repercutir negativamente en la intimidad. Mucho más que la cantidad, importa la calidad de los encuentros y el grado de satisfacción de la pareja.

También, muchos me preguntan respecto al número de orgasmos, tamaños, y determinadas prácticas sexuales, buscando una respuesta que muestre la normalidad en cifras.

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La normalidad es un término sumamente relativo, que depende de muchas variables, y se halla influenciado por los niveles de educación, el nivel socio cultural, y también se relaciona con la salud. Pero nunca puede tomarse como un concepto estadístico.

Es importante saber que no existe un modelo de sexualidad único. Cada persona o cada pareja tienen que encontrar lo que realmente le gusta y satisface, así como lo que le sienta mejor y prefiera. La base se encuentra en el respeto mutuo. El placer como experiencia personal no se mide ni se evalúa, simplemente se disfruta.

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Tal como dice, Wardel B. Pomeroy, “sería más fácil borrar la palabra 'normal' de nuestro vocabulario antes que contestar esta pregunta. Después de todo, desde el punto de vista de la salud física y psíquica de un individuo, qué cosas hacemos sexualmente no es ni remotamente tan importante con cómo nos sentimos cuando las hacemos”.

Es importante tener en cuenta al ser humano individual y no al irrelevante, ilógico y psicológicamente dañino encasillamiento de las conductas sexuales en "normales" o "anormales". Cabe recordar un pensamiento del filosofo Epícteto: "A los hombres no les inquietan las cosas sino las visiones que ellos tienen de estas".

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Diana Resnicoff es licenciada en psicología y sexóloga clínica.