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Fantasías sexuales: ¿cumplirlas o no?

Mientras los hombres expresan con enorme libertad sus fantasías, las mujeres a veces se confunden y creen que del dicho al hecho hay apenas un paso. ¿Qué diferencia existe en lo que se fantasea y lo que se desea en realidad? Acaso, eso con lo que una persona se excita en su mente ¿es algo que no se anima a llevarlo a cabo?

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Diferencia entre fantasía y realidad

Existe una gran confusión: se piensa que si una mujer fantasea con estar con otra mujer en la cama, eso significa que en realidad es lesbiana; lo mismo sucede en el caso del hombre que fantasea con otro hombre. O que si una mujer quiere estar con otro que no sea su marido, es porque no desea más a éste. Sin embargo, nada de esto es tan rotundo. La mente es un sitio donde el límite entre realidad y ficción no existe, por lo que dejar al libre albedrío todos los episodios que se sueñan despierto nada tiene de malo.

La mente es muy poderosa y el deseo sexual justamente aparece en nuestros cerebros, donde la fantasía sexual nos sirve como el más penetrante de los afrodisíacos, desencadenando en nuestras cabezas el deseo sexual. Todos fantaseamos, ya sea conciente o inconscientemente, y es un comportamiento completamente normal para los humanos. Se la puede definir a la fantasía sexual como una imagen mental que podemos crear respecto a una persona, objeto o situación que puede provocarnos excitación sexual.

¿Llevarlas a cabo, o no?

Es más habitual que queramos mantener las fantasías en nuestra imaginación a que busquemos hacerlas realidad. Sin embargo, algunas parejas deciden hacer realidad algunas fantasías que comparten. En estos casos, es muy importante que se tenga en cuenta que jamás será lo mismo lo fantaseado a lo vivido. Algunas fantasías se prestan a ser compartidas y otras no. Compartirlas favorece la intimidad y comprensión de la pareja. Muchas parejas, luego de varios años de relación, descubren que sus fantasías poseen el mismo contenido. Otras eligen no compartirlas por temor a que su compañero se sienta molesto o incómodo o que se menoscabe el estímulo que antes ejercían o por miedo de que el otro reciba una imagen deformada de nuestras preferencias.

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Más allá de cuál sea el contenido, muchas fantasías son deseos sexuales de cosas a las que cualquier ser humano tiene derecho, aun cuando sexualmente esté satisfecho.

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