El deseo sexual a terapia

"Nos queremos pero ya no sentimos la misma pasión", frase que escucho a menudo en la consulta. La monotonía y la rutina lleva al aburrimiento y, por lo tanto, a la pérdida del deseo en parejas que tienen una larga vida sexual en común. Tampoco hay que desestimar la influencia de la ansiedad, los estados depresivos y la baja autoestima. En estos casos, cuando el o los síntomas psicológicos se solucionan, la falta de deseo remite.

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Las discrepancias, en la pareja, también inciden: muchas veces uno quiere con mayor frecuencia que el otro mantener relaciones sexuales, y si a esto se suma que la comunicación de la pareja puede estar deteriorada, esto se nota en la cama. Por un lado, uno sentirá que su pareja ya no le encuentra suficiente atractivo; y el otro sentirá que es presionado a realizar algo que no desea hacer. En cambio, si la comunicación está bien establecida no surgirán estos problemas.

Aumentar el deseo

La falta de deseo no puede esperar. Es importante encontrarle una solución, pero no es fácil. Así como no existe una única causa para la aparición de la falta de deseo, tampoco hay una receta magistral que haga que se vuelva a restablecer.

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Pero sí podemos hacer cosas para activarlo y volver a disfrutar: besarse apasionadamente, tocarse, acariciarse. La pareja confunde: cree que el sexo es sólo el pene y la vagina. Recordemos que el sexo requiere tiempo: Si esperamos hasta las 3 de la mañana, vamos a querer dormir. Si no podemos dejar las obligaciones, debemos buscar otro lugar para el encuentro. Las fantasías y la literatura erótica pueden ayudar. Recordar los momentos en los que apareció el deseo y volver a recrearlos puede contribuir a aumentar la libido.

Otra de las claves es innovar y abrirse a la creatividad, buscando espacios y tiempos para la pareja.

Muchas veces, las parejas son reticentes a buscar ayuda profesional, pero es necesario animarse. Las terapias sexuales son breves, duran entre cinco y seis sesiones, y se realizan en forma personalizada, ya que cada pareja tiene que encontrar su propia solución. Se trabaja a través del diálogo terapéutico y con ejercicios y tareas para hacer en casa. Está claro: no hay recetas comunes. Pero quizá la terapia que hizo célebre a Helen Kaplan, una de las sexólogas norteamericanas más reconocidas del mundo, sea un buen comienzo. Ella asegura que sólo se necesitan tres ingredientes: tiempo, fantasía y amor... Y a disfrutar.

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