Preguntas que hacemos los casados y que los solteros odian

Una vez que te casas por alguna extraña razón comienzas a sentir que es el curso natural de la vida. Sin querer crees que todos están buscando pasar a este estado civil y pronto. En especial tus amigas las solteras que quedan y que pasan la vida de primera cita en primera cita. Por alguna extraña razón comienzas a sentir como si fuera tu deber presentarles al hombre de su vida para que dejen de sufrir en la soledad.

Entonces cuando una amiga soltera te cuenta que acaba de conocer a un chico maravilloso, que salieron en una cita y fue fantástico, a ti como casada lo primero que se te ocurre decir es, “¡Perfecto! ¿cuándo volverán a salir?” o peor “¿Crees que este sí es el bueno?”. El otro día una de mis amigas solteras y yo tuvimos una conversación similar. Una vez que yo hice la pregunta ella se enojó. Me dijo “Sabes, no todas queremos conocer un chico para casarnos con el de inmediato, para qué poner esa clase de presión en una relación que apenas está comenzando. ¡Déjame disfrutar el momento!” Tenía razón.

En ese momento me di cuenta de lo que estaba haciendo y me sentí fatal. Es cierto que una vez que te casas se te olvida que en algún punto tu estabas igual y no sólo no te sentías sola y desamparada sino que más bien lo disfrutabas. La emoción de conocer a alguien nuevo, el juego de la seducción, los nervios de saber si te va a hablar o no, pensar si tu deberías hablarle, las mariposas en la panza. Y es cierto, lo último que en ese momento querías era imaginarte si podías casarte con él o no. De hecho lo que realmente buscabas era hacer que ese momento de las mariposas en la panza de la novedad durara lo más posible ¿para qué arruinar algo que es de por sí efímero pensando de inmediato en el futuro de una relación?

Pero una vez que estás casada también se te olvida que una de las cosas más difíciles de estar soltera después de los treinta y tantos es el tener que lidiar con los comentarios y preguntas de familiares y amigos quienes inexplicablemente invierten una enorme cantidad de tiempo en preguntarse sobre tu vida amorosa. Pues aún si lo hacen con una buena intención la realidad es que terminan por hacerte sentir siempre incómoda.

Es obvio que mi amiga se sintió mal al hacerle yo esa ridícula pregunta pues ¿qué tal que no funciona?, ¿qué tal que no le vuelve a hablar? En realidad no es importante, pero se sentirá juzgada por mi como si no hubiera sido capaz de retener a ese magnífico hombre que me describió. El haber hecho esa pregunta trae una sombra sobre toda su experiencia, pues si fue tan magnífica esa primara cita por qué no se dio otra…
En realidad por eso luego estas amigas nos dejan de contar sus aventuras, se sienten juzgadas e incomprendidas. Las casadas deberíamos recordar un poco, que no fue hace tanto, lo difícil que era tener que buscar al hombre de tu vida a la vez que tenías que lidiar con la presión social de aquellos que no piensan más que en emparejarte.

Y tu ¿qué otras preguntas crees que los solteros odian que los casados les hagamos?