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A la cama con tu mejor amigo

No siempre el mejor amigo varón es gay. La mayoría son heterosexuales y seguramente reconocemos en ellos virtudes físicas y de las otras que los convierten en personas atractivas, interesantes. Por eso los frecuentamos y los queremos. Por eso son nuestros amigos. ¿Pero qué pasa cuando la cabeza se rinde ante el llamado del cuerpo y por esas cosas de la vida, estrechamos lazos en cuerpo y mente y amanecemos juntos sin ropa interior? ¿Hay retorno?

Sofía N. tenía un grupo de amigos desde el secundario. A diferencia de otros grupos, el de ellos nunca se había "contaminado" con noviazgos internos. Otro dato poco común: siempre habían aceptado de buena gana la incorporación de los novios y novias ocasionales de sus integrantes. "No somos celosos", decían a los recién llegados a la hora de las bienvenidas.

Un verano decidieron salir juntos de vacaciones. Las cabañas eran mixtas, nada de los chicos por acá, las chicas por allá. Se conocían desde hacía tanto tiempo que algunos pudores ya se habían vuelto invisibles. Además, qué tenía de malo compartir una noche de sillón cama con una amiga en traje de baño, si no sólo la conocíamos desde hacía más de una década, sino que la habíamos visto durante todo el día, con el mismo bikini, en la playa.

Sin embargo, en medio de la noche, Sofia N. y su compañero de sueños, se despertaron en simultáneo. Se habían dormido hombro contra hombro mirando televisión y con las horas, sus cuerpos ya se habían acomodado en forma horizontal. Ella se levantó y fue hacia la cocina a buscar un vaso de agua. A pedido, le trajo un durazno de la heladera. Cruzaron un par de frases sueltas, algún que otro mordisco del mismo durazno, y volvieron a acostarse. Pero esta vez los cuerpos se incomodaron bajo las sábanas, y en medio del juego por encontrar la pose perfecta, empezaron a sentirse.

No hubo tiempo para pensar, estaban muy cerca. Y confiados en el cansancio del resto del grupo, hicieron el amor en silencio.

A la mañana siguiente sólo cruzaron alguna que otra mirada en el desayuno y se evitaron el resto del día. Al caer la tarde, todo el grupo creía que habían peleado por alguna pavada (si siempre andaban secreteando, cómo podía ser que ni se hablaran), y los animaba a reconciliarse. Nadie podía imaginar que entre ellos no había vuelta atrás: la historia ya no sería la misma.

¿Cambió la relación con tu amigo después de tener sexo ocasional?