Cuando tu pareja te deja por otro

Cada vez que volvía de uno de sus viajes de trabajo, le traía regalos magníficos. Sin duda, tenía muy buen gusto para elegir ropa de mujer. Zapatos con tacos de diez centímetros, carteras con detalles de diseño originalísimos; remeras escotadas y con apliques de brillo.

Paula J. había visto aumentar las perchas en su vestidor desde que a él lo habían nombrado en la empresa con ese cargo tan exigente y de responsabilidad regional. Sus amigas la envidiaban, no sólo se había casado con un bombón, sino que hasta estaba más linda y arreglada que nunca.

“Parecés mi fashion emergency”, le decía ella muerta de risa cada vez que su marido abría la valija y empezaba a sacar los paquetes y bolsas llenos de regalos comprados en Miami, Nueva York, Caracas, Bogotá.

El tiempo que pasaban juntos era genial. Siempre habían sido buenos compañeros, se reían mucho y amaban la decoración, por lo que pasaban horas de su vida recorriendo negocios y anticuarios en busca de objetos especiales para la casa que compartían desde hacía ya cinco años. De hijos hablaban, pero estaban de acuerdo en que todavía no era el mejor momento para armar una familia. “Primero queremos disfrutar solos”, les decían a todos los que insistían con el tema.

Qué más podía pedir Paula. Él era el hijo perfecto, el ejecutivo perfecto, el yerno perfecto, y hacía lo imposible para ser el esposo perfecto. Ella reconocía esa dedicación para hacerla sentir especial. Además, durante sus ausencias, aprovechaba para trabajar más horas y para salir con sus amigas, hacer vida de soltera. Y eso, en un punto, también le encantaba.

Un día a la vuelta de uno más de sus tantos viajes, lo notó distante. Cuando le tocó abrir la valija, no había paquetes ni bolsas. Un par de mañanas después, mientras revolvía el té con leche le dijo: “Soy gay, sos la mujer de mi vida, pero me quiero separar”.

En un minuto, la cajita de cristal, el mundo perfecto, el hombre perfecto desaparecieron para siempre de la vida de Paula. Hacia afuera eran un modelo en el que no había lugar para la duda, aunque hacía tiempo que la duda dominaba a una de las partes. ¿Habían sido realmente una pareja plena desde el primer día? ¿Cómo no lo intuyó? ¿Tuvo ella algo que ver con el cambio? ¿Hasta dónde engañan las apariencias?