Budismo en el trabajo

Horas y horas en una oficina no hacen feliz a nadie. Y las empresas lo saben. Por eso se han rebanado los sesos para convertir los lugares de trabajo en espacios más amigables y así sí, sin culpa, exigirles más productividad a sus empleados.

Según un estudio de la revista Fortune, las empresas que poseen al personal más motivado tienen un valor de Bolsa de un 50% superior a las otras.

Clases de gimnasia o baile, espacios lúdicos, jornadas de trabajo creativo en spas o lugares soñados, todo vale con tal de que después, en la oficina, se respire felicidad. Pero la búsqueda continúa y está llegando a extremos increíbles: lo último para incentivar al personal son las técnicas de meditación y el control mental brindados por un monje budista y un coach laboral.

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Según una nota publicada en el diario español El País, el iniciador de esta disciplina que combina espiritualidad con productividad laboral es un hombre de negocios australiano hoy venerado en India, Lobsang Namgyel, quien después de un grave accidente se convirtió al budismo y, en el transcurso de un curso formativo, conoció a un empresario, Fernando Iglesias (asesor de Hewelt Packard, Repsol, entre otras compañías) que vio la beta y le propuso ponerla en marcha para altos ejecutivos.

Durante el curso se enseña a “manejar mejor la presión y el estrés, y a optimizar la satisfacción personal en el ámbito laboral. No solo se busca aprender a ver los logros individuales sino también entender que el verdadero bienestar se logra a través del vínculo con los otros”. Al decir del Dalai lama: Egoísmo idiota versus egoísmo inteligente”.

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El trabajo, está claro, es una parte muy importante de nuestra vida, y no está mal que también aprovechemos este espacio para trabajar nuestro bienestar personal. Lo que me hace “ruido” es que como telón de fondo esté el tema de la productividad laboral. Y que se busque “tener más paciencia, mirar a largo plazo, repensar prioridades, reorientar motivaciones”, no solo como aspectos beneficiosos en lo individual, sino también como virtudes útiles para la empresa…

Crecer como personas va mucho más allá del trabajo y es una búsqueda personal que difícilmente pueda resolverse en una jornada de coaching budista, como llaman a estos espacios de “entrenamiento espiritual”. Puede ser que se brinden herramientas pero creo que lo mejor es no olvidar que el aprendizaje no tiene por qué necesariamente convertirnos en mejores empleados. ¡Basta con que terminemos siendo mejores seres humanos! ¿O no?

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¿Crees en este tipo de coaching de las empresas? ¿Te han servido?