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¡Basta de autoexigencia!

Acababa de empezar con la lectura del libro "Las mujeres más solas del mundo", del periodista y escritor argentino Jorge Fernández Díaz, cuando me topé con esta frase: "Julián vivía por debajo de sus expectativas, y por lo tanto la vida siempre le resultaba una sorpresa agradable e inesperada. Helena, contrariamente, vivía por encima de sus posibilidades, y por lo tanto siempre le faltaba algo y siempre sufría por alguna frustración".

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Como suele sucederme, el párrafo desencadenó una serie de pensamientos con sus respectivas preguntas: ¿Helena será infeliz? ¿Será todo culpa de su autoexigencia? ¿Cómo habrá que hacer para bajar las expectativas que tenemos sobre la vida y sobre nosotros mismos?

El perfeccionismo puede ser aplicado a distintas áreas de la vida. Hay quienes lo sacan a relucir en la vida laboral y no en otras áreas, hay quienes lo son en su vida afectiva o relaciones sociales, y hay quienes lo son en todos los aspectos. Desde ya, cuantas más áreas de la vida abarque este sentimiento, mucho mayor será el nivel de tensión. Y de frustración, ya que por ponerse objetivos tan altos, el autoexigente suele creer que fracasa en la mayoría de sus intentos.

Para que la autoexigencia no se convierta en un compañero de ruta, aquí van algunas cuestiones que vale la pena interiorizar:

- La perfección es imposible. Mejor bajarse del "todo o nada" y del "debería-debo"

- El valor de una persona no depende de sus éxitos. La gente que nos quiere no lo hace por cómo nos va sino por lo que somos.

- Errar es parte del crecimiento. Todo se puede subsanar. Debemos aprender a mirarnos con más cariño.

- No dejar que detalles negativos puedan opacarnos un todo positivo. Por ejemplo: "La fiesta estuvo linda pero la comida estaba fría".

- Bajar la pretensión de los objetivos. Una cosa es lo que podemos y otra el deseo o lo ideal.

¿En qué aspecto de la vida eres autoexigente?

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