Maquillaje en exceso nunca es bueno

Debo haber tenido unos tres o cuatro años la primera vez que sufrí una experiencia traumática por culpa del maquillaje. Recuerdo estar pasando justo enfrente de mi abuela mientras ella se estaba retocando los labios. Al verme, guardó emocionada su lápiz labial y me sujetó en un abrazo. Traté de zafarme pero fue inútil; mi minúscula complexión me dejó en completa desventaja.

 

Antes de que pudiera hacer cualquier otro movimiento, su boca ya se había fundido en una de mis mejillas, y yo, más que un simple beso, sentí una capa de pintura quedar embadurnada sobre mi piel.

 

Alarmado, fui al primer reflejo que encontré para hacer un recuento de los daños. En el cristal de una vitrina antigua pude ver el contorno rojo de los labios de mi abuela sobre mi cara, pegué un grito y corrí en búsqueda de mi madre para que me limpiara.

 

Unos 24 años después volví a enfrentarme con una situación similar. Había salido un par de veces con una chica a quien conocí durante una cena que ofreció un buen amigo en su casa. Era una abogada inteligente y guapa, pero tenía un defecto que me costaba mucho trabajo pasar por alto: el color con el que pintaba su boca. Era un tono café oscuro, casi negro, que la hacía verse como si padeciera alguna deficiencia vitamínica.

 

No sabía qué hacer, ya que ella no permitía que el espantoso color se desvaneciera con el transcurso de las horas y lo restauraba con frecuencia. Sin embargo, la última noche que la vi, la plática y la comida habían logrado lo contrario. El verdadero color de sus labios emergió glorioso entre la densa capa de pintura. Era un rosado natural que acentuaba una característica fundamental en ella: su salud.

 

Supe que era el momento y el día correcto para besarla por primera vez. El restaurante en el que estábamos se había despejado y tanto meseros como el resto del personal estaban distraídos viendo la televisión que estaba instalada en el bar del lugar. Desafortunadamente mi brote de decisión fue interrumpido por una súbita urgencia de ir al baño, me disculpé y me levanté lo más rápido posible. De regreso, caminé hasta ella con convicción, pero conforme me acercaba era más notorio la inevitable realidad: había vuelto el color que me atormentaba.

 

Ella había aprovechado el mismo momento para recordar que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que ajustó su maquillaje. Aún así hice lo que tenía que hacer. Me senté en el gabinete la abracé y le planté un beso de película. Lo había logrado, pero he de confesar que el acto me dio mucho asco. Después de esa noche no le volví a hablar. Su obsesivo hábito por pintar su boca era una diferencia irreconciliable.

 

A lo largo de mi vida he recopilado testimonios de otros hombres y, aunque hay excepciones, la mayoría no estamos de acuerdo con el exceso de maquillaje y solemos inclinarnos por un aspecto más natural en nuestras parejas. A diferencia de lo que ellas piensan, nuestro foco no suele depositarse en las imperfecciones e impurezas, al menos no con la misma intensidad. La atención de los hombres es expansiva y no específica, por lo que vemos el paquete completo y no las particularidades.

 

Con echar un vistazo, recorremos los principales aspectos del cuerpo, y hacemos un diagnóstico general. ¿Nos gusta o no? ¿Tendríamos sexo con ella? No analizamos cosas como qué tan anguladas son sus facciones o pronunciados tiene los pómulos. El rubor nos es indiferente, al igual que si el color de las sombras combina con los zapatos.

 

Siempre he pensado que una mujer que usa demasiado maquillaje —y no es una modelo detrás de una cámara en una sesión de fotos— es porque algo quiere esconder y, de hecho, me hace desconfiar de ella. La seguridad se construye desde el interior y acentuar ciertos detalles, darle profundidad a una mirada o cubrir un factor con el que no se siente completamente satisfecho no está de más, pero existe una gran diferencia de maquillarse con parecer un experimento cosmético que salió mal.

 

Y tú, ¿qué opinas de las chicas que se maquillan en exceso? Y si eres mujer, ¿qué tanto te maquillas? Compártenos tu experiencia.

 

También te puede interesar:

Vivir en unión libre… ¿tiende al divorcio?

Formas de conquistar: la nota de un extraño

Bodas, el sueño de muchas mujeres… ¿y de los hombres?