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#CuestiónDeAmor en las #CDMA: para encontrar el amor hay que equivocarse

El amor es una prueba de ensayo y error. Es imposible pensar que se puede descifrar el tipo de persona que le es afín a alguien, sin antes pasar por un gran número de posibles candidatos. Podemos tener una de preconcebida de cómo debería de ser nuestra pareja ideal, sin embargo, no hay forma de saber que tan compatible es hasta que no lo cotejamos con la realidad, con lo que está disponible y con el alcance verdadero que tenemos

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Para encontrar el amor hay que equivocarse una y otra vez.
Para encontrar el amor hay que equivocarse una y otra vez.

Es por eso que a sus 22 años, Nelly, quien me escribió hace tiempo para compartir su caso, ha tenido toda clase de experiencias que ella misma describe como “... fallidas, tormentosas y enfermizas, he llegado a creer que me gusta la mala vida”. Por ejemplo, ella narra en su correo que sostuvo una relación por más de dos años con un hombre casado y reconoce que “fue demasiado difícil alejarme, pero era necesario después de lidiar con la esposa loca y sus hijos”.

Tras dejar el amorío dice que “abrió los ojos” y tres meses después conoció a alguien que era “Todo lo contrario, de 24 años, educado, caballeroso, que me hacía sentir de mi edad y algo bastante raro en esta época… ¡virgen!”. Su primera reacción fue sorpresiva y escribe que quedó, “en shock y pensé que a lo mejor no estaba muy bien que estuviera con él”. No obstante, le dio una oportunidad al muchacho y por fin tuvieron sexo. Dice que aunque no fue una de las mejores experiencias , no estuvo mal.

Definitivamente el problema no fue ése porque, al fin y al cabo, la práctica hace al maestro. Su nuevo pretendiente tenía una característica más que a Nelly le resultó ajena y extraña: “Él es cristiano, yo católica totalmente inactiva, debido a que no voy a misa ni nada por el estilo y tampoco soy muy creyente (fue más por mi familia), sin embargo él sí, y bastante, al decirme que había pecado conmigo y tenía que ir a arreglarlo con unos ancianos (que la verdad aún no me queda claro eso). Me cayó como balde de agua fría, ya que dos días antes me pidió matrimonio, ahora después de lo hablado no sé qué decir ni que reaccionar lo quiero mucho y me encanta estar con él, incluso sí pienso en una vida a su lado, pero me dejó bien claro que su religión no cambiará y que en cuestión de hijos serán bautizados bajo la misma”.

Nelly acepta que todo pasó muy rápido, que quedó flechada , aunque “he escuchado que hablar de política, religión y futbol es motivo de peleas por lo diversas que son las opiniones al respecto”, por lo que no tiene idea cómo manejar la situación.

Para empezar creo que hizo muy bien en dejar al hombre casado —de hecho, al leer esas primeras líneas, pensé que de eso se iba a tratar el problema—. También estoy seguro de que el nuevo contendiente a su corazón, el exvirgen de 24 años, fue un excelente catalizador para que ayudarla a darse cuenta qué tan amplio, vasto y rico es el mundo, como es el estar con una persona que no es la indicada para ella. Hay veces que nos ahorcamos con esa opción que más o menos nos hace felices, cuando podríamos estar allá afuera explorando las miles de alternativas que hay a nuestra disposición.

Por otro lado, a mí me suena que estas discrepancias religiosas tampoco son lo que ella busca, por lo que le aconsejaría no cometer el mismo error dos veces. Puede seguir conociendo a esta nueva persona, pero sin dejarse llevar por el arrebato y, menos aun, hacer un compromiso del tamaño e implicaciones como las tiene el matrimonio. Ambos son muy jóvenes y tienen mucho por aprender. Creo que debe de continuar saliendo con él sin cerrarse a la posibilidad de conocer a más gente, de probar lo que hay allá afuera, de todo lo que aún queda por experimentar, de todos esos ensayos y errores.

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