#CuestiónDeAmor en las #CDMA: La estocada final para decir adiós

“Una vez leí que las exparejas no pueden ser amigos. En mi caso lo creo cierto, no puedo ni quiero ser amiga de mi ex.”, fueron las rotundas palabras con las que Karla empezó el e-mail que envió a este blog. Dicen que el primer paso para enfrentar cualquier problema es aceptar y ser consciente del mismo, pero pocos hablan de lo que sucede después, cuando ya se tomaron las medidas para corregirlo.

No puedo ni quiero ser amiga de mi ex.”
No puedo ni quiero ser amiga de mi ex.”

Karla sufre las secuelas de haber terminado un noviazgo largo , que en su caso se prolongó por más de siete años. Narra lo complicado del asunto, aun en los momentos en los que todo debió ser romance y felicidad: “Como la relación duró tanto tiempo, [él] entró en la vida de mi familia, todos lo conocían, todos lo apreciaban, pero sabían que [yo] no era feliz. El tiempo que duró mi relación con él, fue posesivo, siento que por su culpa me perdí de mucho de la vida”. Y, aunque le costó mucho trabajo cortar, finalmente lo pudo hacer: “Él no tenía vida propia, ni amigos, todo era yo. Por esto sentía culpa de terminar con él. Pero lo hice, hace más de dos años logré dejarlo”. Pero el fin, fue solo el principio de sus penas.

“Él sigue frecuentando mi casa, los días que tiene libres (que es cada mes), viaja hasta mi ciudad, es amigo de mi hermano, de mi cuñada y hasta padrino de mi sobrina. Él me pide favores y se los hago. Aún siento culpa y no he podido decirle que no. Sé que me sigue manipulando”, describe Karla y, al final se pregunta, “¿Por qué no me deja en paz? Él sabe que no quiero volver. No lo quiero en mi vida y no sé cómo decírselo”.

Cuando las personas se involucran entre sí, después de conocer sus historias de vida, de saber quiénes son y de dónde vienen, al formar compromisos mutuos y pasar mucho tiempo el uno con el otro, se crean lazos y vínculos que los compenetran como las raíces de un encino de varios siglos de edad. Cimientos que hacen casi imposible el desprendimiento de las partes, incluso si éstas ya no desean estar juntas . Lo que le pasa a Karla, esos arrebatos morales que experimenta cada vez que su exnovio se manifiesta, son solo dejos de la responsabilidad que sintió en otro momento pero que ya no le pertenecen.

Ante la ruptura, el ex está tratando de hacer nuevas conexiones con otras esferas dentro de la vida de Karla, para no perder vías de comunicación u oportunidades para tener contacto con ella. Por lo tanto, lo que la lectora tiene que hacer es cortar todos ellos de una vez por todas. Tiene que expresarle su postura —con la misma contundencia con la que escribió su correo— a sus amigos y familiares. Suplicarles que es imprescindible que ellos también corten con él, para permitirle a ella terminar su propio proceso de desprendimiento y duelo.

Además, Karla tiene que aprender a negarse en todas las modalidades posibles, desde no tomar las llamadas, contestar los mensajes ni responder a la puerta, hasta decirle a su expareja de una vez por todas que la deje de molestar. Es indispensable que Karla saque de su miseria a los remanentes de su relación, que, como un animal malherido se retuercen en el suelo, aferrándose a los últimos suspiros de vida que le quedan.

Mientras más prolongue el tiro de gracia, mientras más lo piense, será peor para todos.

Sigue a @AnjoNava en Twitter. Si quieres compartirle tu caso escribe a: anjo.nava@yahoo.com.