Conductores al borde de un ataque de nervios

Después de una ausencia prolongada sin manejar en mi país, mi mamá tuvo la mala idea de prestarme el carro para que le hiciera una diligencia. Y digo mala no porque le chocara el carro, aunque a punto estuve de llegar sin espejo retrovisor, ni porque viva en un país en donde las normas de tránsito se respetan, sino porque se me había olvidado que todo lo que estudié para el examen de manejo en teoría funciona, pero en nuestros países es muy diferente.

Tomemos por ejemplo el semáforo. Verde, creo que es el único color que respetamos, aunque para quien lo esté viendo desde afuera parece más bien rojo porque es tal la tranca, que nadie avanza. El amarillo que en cualquier país del mundo es frena que ya viene rojo, en nuestros países es apúrate porque si no no vas a pasar. Y es aquí cuando se quedan atravesados en el cruce y los que vienen no pueden pasar... Del rojo que les puedo decir. Más bien parece una señal de Pare, porque la realidad es que si no viene carro seguimos de largo no vaya a ser que nos asalten.

Capítulo aparte son los motorizados (¿Adivinen quién iba a tener la culpa si llegaba sin espejo retrovisor?). Te pasan tanto por la izquierda como por la derecha, a una velocidad de multa, pues su canal es entre los carros; y encima te insultan si no pueden pasar... Lo bueno es que tienen bien protegido el brazo, porque lo que es el casco no se lo ponen ni por error. En cuanto al hombrillo ese sí que es un barbarazo porque, aunque se supone que es sólo para emergencias o carros accidentados, es por excelencia el canal más rápido.

Podría estar escribiendo horas acerca de los que se estacionan encima de las aceras (literalmente trancan el paso de los peatones), los que no respetan el rayado (¿será que no lo ven?), los que en la mitad de la calle se consiguen con un amigo y se instalan a hablar sin importarles que tengan carros detrás, y los que dejan el carro atravesado "un momentico nada más que ya regreso" a sabiendas que están entorpeciendo el tránsito de vehículos. El colmo de los colmos se lo llevan los que "se comen la flecha" (es decir los que manejan en sentido contrario), según ellos con mucho cuidado eso sí, porque si no tendrían que dar una vuelta muy larga.

Créanme que después de esta experiencia (que haría que ascendieran a cualquier policía en Estados Unidos por la cantidad de infracciones), le sugeriría a los alcaldes de las ciudades que empiecen a colocar multas (de verdad que podrían recolectar millones), o en su defecto, le hagan una fe de erratas al manual de conducir para presentar el examen de manejo acompañada con un récipe de tranquilizantes para preservar la sanidad mental de los conductores.