Soy egoísta, ¿y qué?

¿El egoísmo es lo opuesto a la empatía?

"El término egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidamente su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia", reza la psicología.

Nadie está exento del egoísmo - iStockphoto
Nadie está exento del egoísmo - iStockphoto

La empatía, en cambio, es "la capacidad que tiene el ser humano de conectarse con otra/s persona/s y responder adecuadamente a las necesidades del otro/s, a compartir sus sentimientos e ideas".

Esta capacidad conduce al altruismo, a actuar desinteresadamente en beneficio de los demás. O sea, a todo lo contrario que el egoísmo, vocablo derivado de Ego, aquello que media entre "la realidad del mundo físico, los impulsos del sujeto y sus ideales".

La verdad es que conozco muchas personas muy egoístas, y jamás las he oído autoproclamarse como tales, básicamente porque no se reconocen a sí mismas de esa manera.

Así que antes que nada, hay que admitirlo. Ser egoísta, mezquino, avaro, no está bien, no te hará feliz ni a ti ni a los tuyos. Aquí pueden hacer un Test de Egoísmo, si les place.

Desde el plano teórico existen distintos tipos de egoísmo: a) El egoísmo psicológico, que es la conducta humana que está impulsada por motivaciones autointeresadas. b) El egoísmo ético, que encuadra a las personas ayudan a las demás, pero siempre en busca de un beneficio posterior (la ayuda representa un medio para obtener algo provechoso). c) El egoísmo racional, que señala que la búsqueda del propio interés es fruto del uso de la razón y niega la existencia de conductas altruistas.

Pero, bajemos a la Tierra: ¿quién no ha tenido conductas egoístas? Yo creo que nadie está exento de eso. El tema es que, al menos a mí, cada vez que me he descubierto siendo egoísta me ha dado culpa.

"El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en su vida", escribía el gran Francisco de Quevedo. Cuánta razón tenía.

Y por favor, no confundamos egoísmo con amor propio. La diferencia entre el amor propio y el egoísmo es que mientras el primero es el sentimiento de respeto por uno mismo, el segundo es la pretensión de utilizar a los otros para su propio beneficio, manipulándolos como objetos.

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