¡Qué curioso el Hamamelis!

Hace poco me compré una crema antiarrugas que me recomendaron, de esas orgánicas, y noté que en su composición lo que más había era Hamamelis.

Así fue como descubrí las infinitas propiedades de este arbusto, muy apreciado por sus racimos de flores amarillas o naranja-rojas que aparecen en invierno, muy aromáticas.

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Todo este interés por saber acerca del Hamamelis apareció en mí porque noté que, al ponerme la crema por la mañana al levantarme, desaparecían al rato las inflamaciones típicas de alguien que recién se despierta y mis ojeras se suavizaban.

En el sitio web Botanical Online me informan que el arbusto en cuestión contiene flavonoides, taninos, azúcares y aceites, y que estos componentes le otorgan propiedades astringentes, antisépticas, antiinflamatorias y hemostáticas (que detiene el flujo sanguíneo). Estas últimas lo hacen ideal parea tratar afecciones que involucren al sistema circulatorio, como por ejemplo, algo tan sencillo y molesto como la inflamación de pies y piernas, para lo cual basta con fregarse pies y piernas con agua de Hamamelis. También se utiliza en quemaduras solares, hemorragias nasales, y hasta se puede beber una infusión (una cucharadita de hierbas por taza de agua, a razón de dos tazas diarias) preparada con este arbusto para detener el sangrado vaginal excesivo que se presenta fuera del período habitual y se conoce como metrorragia.

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A todas estas bondades se le suman las que otorga para el cuidado de la piel (especialmente de pieles mixtas), y se puede utilizar para mitigar las irritaciones luego de la depilación.

Así las cosas, he hecho un curioso descubrimiento acerca de un recurso de la naturaleza que, al menos yo, ignoraba por completo. Desde ahora, seré una fiel cultora del uso del Hamamelis.

En Twitter @aleherren

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