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Historia de la sopa

Cuál es el origen de una de las preparaciones culinarias más extendida por el mundo y las diferentes culturas. La mayor parte de los platos más difundidos de la gastronomía tiene su origen en la pobreza y la escasez de recursos, y se han ido sofisticando con el correr del tiempo.

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Los historiadores de la gastronomía han echado mano de la literatura para intentar aproximarse a los orígenes de la sopa. Los primeros novelistas italianos han hablado de "caldo de capón con pasta de harina"; la tradición habla de la sopa negra que consumían los espartanos; y los héroes de La Ilíada de Homero bebían un caldo de cebolla blanca.

Alexandre Balthazar Laurent Grimod de La Reynière, periodista y escritor gastronónico de cierta notoriedad en épocas de Napoléon Bonaparte en Francia, escribió: "la sopa es lo que un pórtico a un edificio. No sólo es el primer objeto de la atracción, sino que si está bien combinado le da un verdadero anticipo al propio templo, así como la obertura de una ópera sombrea el tema de la obra. "

La sopa de rabo de buey, por ejemplo, a la que ahora se considera como un plato nacional inglés, era desconocido en Inglaterra antes de la derogación del Edicto de Nantes (fue firmado el 13 de abril de 1598 por el rey Enrique IV de Francia, fue un decreto que autorizaba la libertad de culto, con ciertos límites, a los protestantes calvinistas, y
derogado por Luis XIII, con la promulgación del edicto de gracia de Alés el 28 de junio de 1629), después de haber sido inventado por los emigrantes hugonotes franceses, debido a la baratura de la poco utilizada cola de buey.

En gran medida, casi todas las sopas que han llegado a ser conocidas como "producto nacional" son una combinación de materiales baratos y fácilmente disponibles. El cordero escocés y el caldo de cebada, el bote Hoche, la sopa de cerezas del norte de Alemania, el ruso tschi o sopa de repollo, la sopa de España, por no mencionar muchos otros, son alimentos cuyas características económicas han tenido mucho que ver con su popularidad, y sin embargo, son estas sopas, en lugar de las combinaciones más caras de muchos tipos de carne y verduras, las que han encontrado un lugar en la historia y la literatura.

La celebérrima soupe à l'oignon (sopa de cebolla) francesa, según cuenta la leyenda, fue inventada por Luis XV: un día, a la caída del sol, cuando estaba en su pabellón de caza, descubrió que solo tenía para cocinar cebollas, mantequilla y champagne. Cocinó estos tres ingredientes y así dio origen a la primera versión de la sopa de cebolla.

La exquisita sopa de ajo de España apenas lleva en sus orígenes agua, ajo y pan duro, a los que se le agregaban pimentón y laurel. Más adelante ganó la tradición de servirla en las bodas con el añadido de perejil y huevo duro picados. Y más cerca en el tiempo sobrevive en todo el mundo en innumerables variaciones.

La creación de la popular sopa de tomates es atribuida a Maria Parloa, una escritora de libros de cocina del siglo XIX, pero la misma sopa, que se puede beber fría o caliente, tiene sus ecos en los gazpachos de Andalucía.

La sopa, su historia y sus variantes tienen mucha tela para cortar.

Como escribió a fines del siglo XIX el dramaturgo madrileño Ricardo de la Vega:

"Siete virtudes tienen las sopas / quitan el hambre, / y dan sed poca / Hacen dormir / y digerir / Nunca enfadan / y siempre agradan / Y crían la cara / colorada"

En Twitter @aleherren

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