Las dentaduras postizas de Washington


¿Alguna vez escuchaste la leyenda que dice que George Washington tenía dientes de madera? Si creíste que era una patraña, tenías razón, lo cierto es que el primer presidente de los Estados Unidos de América jamás usó madera en su boca, aunque sí tuvo otras cosas más extrañas: ¡marfil, colmillos de hipopótamo, dientes de caballo, de vaca y hasta de burro!

El hombre que adorna los billetes de un dólar tuvo desde joven problemas serios con su salud bucal, consecuencia de graves enfermedades como la viruela –que también marcó su rostro-, malaria o disentería, y de los tratamientos de su época para tales padecimientos, entre los que se cuenta el cloruro mercurioso, que tiene un efecto devastador en los dientes.

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El joven George tenía solo 22 años cuando perdió su primer diente, y a pesar de que desde entonces adoptó una escrupulosa higiene oral, como el cepillado frecuente con pasta dentífrica y el uso de enjuagues bucales –algunos hechos con hierbas, mirra o sal y vinagre diluidos en agua-, pieza a pieza fue perdiéndolos todos, como él mismo dejó plasmado en sus escritos y diarios.

Tal parece que tener una linda –y eficiente- sonrisa no era poca cosa para Washington, pues desde antes de convertirse en presidente ya había buscado entre los mejores dentistas a quien pudiera hacerle alguna dentadura apta. Se sabe que nueve fueron los odontólogos que atendieron la boca del padre de la patria estadounidense, pero solo uno logró satisfacer sus requerimientos en cuanto a la fabricación de prótesis se refiere: John Greenwood, el más prominente dentista de su época en Estados Unidos.

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La creatividad de aquel profesional hizo que ideara un total de cuatro peculiares dentaduras, hechas con marfil sobre bases de oro, con piezas dentales humanas combinadas con algunas de animales como de hipopótamo, caballo, vaca y burro, piezas que ató con fibra también de oro; la parte superior e inferior se mantenían unidas por resortes que evitaban que las prótesis se movieran fuera de las encías. Estas piezas están expuestas en el Museo Nacional de Odontología de la Facultad de Odontología de la Universidad de Maryland.



Un dato curioso es que el Dr. Greenwood tenía su consultorio en Nueva York, y Washington se encontraba desplazándose continuamente por el territorio estadounidense, así que muchas veces las prótesis tuvieron que ser ajustadas y enviadas por correspondencia e, incluso, el mismísimo Comandante en Jefe del Ejército Continental tuvo que adaptar sus dentaduras con instrumental que su muy estimado odontólogo le despachaba.

De hecho, se sabe, por escritos de John Adams, vicepresidente durante el primer mandato de Washington, que el día de la toma de posesión como primer mandatario de la reciente República, el gobernante solo tenía un diente y el resto era creación del Dr. Greenwood.

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Washington murió en 1799, debido principalmente a un tratamiento para su neumonía que incluía severas sangrías y calomelanos (dosis de cloruro mercurioso, el mismo que diera pie a sus problemas dentales). Así, el hombre que dirigió toda una guerra de independencia y vivió casi toda su vida con una peculiar dentadura postiza en su boca, se la llevó a la tumba también y fue enterrado con su juego de prótesis favorito.
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Juan José Aguilar es cirujano dentista por la Universidad de Guadalajara, México, y especialista en odontología estética y restauradora. Cédula: 5711438.