La cuperosis: cuando las mejillas rosadas son un problema

No siempre unas mejillas sonrosadas son sinónimo de salud. A veces, pueden ser un indicio de cuperosis, una afección que causa enrojecimiento en el rostro, y que puede derivar en trastornos más graves. Descubre si puedes tenerla y cuáles son los tratamientos adecuados, entre ellos el moderno láser.

 

Unas mejillas sonrosadas pueden ser por cuperosis. Foto: Thinkstock
Unas mejillas sonrosadas pueden ser por cuperosis. Foto: Thinkstock

Mala circulación en la piel

Aunque suene raro, la cuperosis no es exactamente un problema de la piel como el acné o la dermatitis. Pero sí se manifiesta en el cutis, en forma de molestas manchas rojizas, debido a problemas de microcirculación de los vasos sanguíneos de la piel facial, explica el sitio especializado Cuperosis. Esto hace que se formen “microvárices” en diferentes partes del rostro.

La cuperosis guarda una estrecha relación con la eritrosis –enrojecimiento de las mejillas o de la nariz–, porque ambos suelen formar parte de una misma enfermedad: la conocida rosácea, explica la Dra. Wafa Ouazzani, dermatóloga francesa, en el portal CosmoBelleza.

La cuperosis puede afectar a cualquiera, pero más especialmente a las mujeres con piel blanca sensible o fina, con tendencia a enrojecerse con facilidad, según el sitio Cuperosis. Entre sus causas, la fuente mencionada enumera estrés, patologías como hipertensión o diabetes, consumo excesivo de alcohol y tabaco, situaciones extremas de temperatura, traumatismos o heridas en la piel del rostro, entre otras.

¿Tengo rosácea?

Si bien es el dermatólogo quien podrá contestar con idoneidad esta pregunta, la Fundación Livestrong aporta algunas pistas para detectar si bajo esas mejillas rosadas puede ocultarse un problema. Presta atención a:

- Manchas. El sonrosado natural suele ser homogéneo, mientras que la rosácea se manifiesta en forma de parches de forma extraña, ásperos o secos.

- Espinillas. Si las presentas en las zonas enrojecidas, podría tratarse de un problema. Son más sutiles que las del acné.

- Líneas. Mira tus “zonas rojas” de cerca: ¿ves líneas rojizas? Pues estos serían los vasos sanguíneos dilatados.

- Inflamación e irritación. Si sientes las mejillas inflamadas o te pican tras pasar un rato al sol, enciende la luz de alarma.

Cómo tratar el problema

Existe un abanico de tratamientos, caseros y profesionales. Aquí, una reseña de los principales, según Cuperosis.

- Tratamiento estético. La correcta limpieza, la hidratación y la protección de la piel son medidas efectivas para atenuar las “arañitas” más pequeñas. Pero si aparecen lesiones cutáneas o las microvárices son demasiado notorias, existen otros métodos para eliminarlas. El láser entra en escena.

- Tratamiento láser. Cuando un rayo láser es dirigido hacia la piel, un componente de la sangre, la oxihemoglobina, lo capta. Esto provoca una lesión en el endotelio, la capa interna que recubre los vasos sanguíneos. El láser se aplica selectivamente sobre los vasos afectados por la cuperosis, evitando tocar los tejidos que los rodean. Cuando la luz daña la microvárice, nuestro cuerpo la reabsorbe naturalmente, logrando de este modo que la “araña roja” desaparezca.

Si notas zonas enrojecidas en tu cutis, antes de utilizar cualquier producto o recurrir a algún tratamiento, consulta a tu médico o dermatólogo.