Niños en restaurantes: guía de supervivencia

El mejor momento para llevar a tus hijos más pequeños a comer afuera es… nunca. No hay forma de asegurarte de que vayan a quedarse sentados y callados durante toda la velada. Si estás dispuesta a correr riesgos, a pesar de todo, lee nuestra guía de supervivencia para niños en restaurantes.

Guía de supervivencia para comer en un restaurante con niños / Foto: Thinkstock
Guía de supervivencia para comer en un restaurante con niños / Foto: Thinkstock

1. Busca un lugar kid-friendly. No se trata de comer todos los fines de semana en un resto de comidas rápidas, sino de encontrar esos lugarcitos preparados (y predispuestos) para recibir chicos. Donde los meseros sean pacientes y, en lugar de mirarte mal, te ofrezcan una solución o al menos te compadezcan.

2. Elegí una mesa al fondo, lejos del tráfico. Kristi, de Arizona, publicó este consejo en un foro de la revista Parents, de los Estados Unidos. “¡A los chicos les encanta jugar en el piso!”, sostiene. Instálense en un rincón donde puedas dejarlos sentaditos, ¡sin que corran riesgo de pisotones!

3. Consigue un box. Conor Grennan, bloguero del diario online The Huffington Post, se inclina por este tipo de mesas cuando sale a comer con sus hijos, porque “puedes cerrarlas como una prisión y dejar que tus hijos corran entre las banquetas”.

4. Armate un “bolso para salidas”. Es clave: tené siempre preparado un equipo de supervivencia para salas de espera de médicos, restaurantes, trámites y demás situaciones en las cuales necesites mantener a tus hijos bajo el efecto hipnótico de los juguetes. Empacá algunas hojas blancas y lápices, libritos, y autitos o muñecos de plástico. Tip: no se los des todos juntos… dosificales la diversión, ¡y ganá tiempo!

5. Lleva sus propios cubiertos, vasitos, et al. Hay chicos que sólo quieren comer de su platito o de su cucharita. Evita un problema extra y mete en tu bolso sus utensilios favoritos.

La paciencia será tu aliada / Foto: Thinkstock
La paciencia será tu aliada / Foto: Thinkstock

6. No esperes para pedir la comida de los niños. En cuanto se asome la mesera para acercarte el pan y los cubiertos, encarga los platos para tus hijos. Después, cuando vuelva para preguntarles si quieren postre, pídele la cuenta. “De esta forma, si tus chicos se impacientaron, puedes pagar y salir volando”, sugiere María, de Rhode Island, en el foro de la revista Parents.

7. Aférrate a las bebidas. Entrena tus reflejos. En cuanto llegue la mesera con esos vasos de cóctel divinos, atrápalos antes de que acaben entre los deditos fatales de tus hijos.

8. Cuidado con los platos calientes. Grennan está convencido de que “los chicos tienen un sensor infrarrojo que detecta automáticamente las comidas hirviendo”. Confina los platos calientes al otro extremo de la mesa.

9. Aprende a comer con una mano. ¿Pensaste que los chicos se iban a quedar sentados en sus sillitas? Te desafiamos a cronometrar cuántos minutos pasan hasta que los tienes trepados encima. Se te acabó la posibilidad de comer con cuchillo y tenedor. Piensa en positivo: los humanos tenemos una capacidad de adaptación asombrosa.

10. Ensayo y error. De a poco vas a descubrir qué es lo que funciona con tus hijos. Mientras tanto, ejercita la paciencia, ¡o cocina en casa!