Cómo negociar en el trabajo

Cada día me convenzo más de la inutilidad de ciertos cursos en la secundaria e incluso en la universidad. Lo he dicho antes en este blog: la educación debería incluir talleres de vida donde podamos poner en práctica, de manera segura y consciente, habilidades y conocimientos necesarios para la vida cotidiana. En esta ocasión me refiero, específicamente, a las habilidades para negociar. En muchas culturas, la negociación estáintegrada a la vida cotidiana de niñas y niños, pero en América Latina brilla por su ausencia. Y en mi experiencia, esa carencia aumenta en las mujeres dentro del campo laboral.

<p class=p1><b>El momento adecuado. </b>Al pedir un aumento, el <i>timing</i> es muy importante. La situaci&oacute;n ideal para tener esa conversaci&oacute;n con tu jefe, es justo antes de asumir nuevas responsabilidades, o al completar con &eacute;xito un proyecto, explica Kathleen McGinn, profesora de administraci&oacute;n de empresas, a la revista <a href=https://hbr.org/2015/03/how-to-ask-for-a-raise><span class=s1><i>Harvard Business Review</i></span></a><i> .</i></p>

En casa podremos llevar la batuta, pero en el ámbito laboral hay pocas, poquísimas mujeres que saben llevar una negociación a buen término. Lo cierto es que todas necesitamos negociar algo: un ascenso, un aumento de salario, un horario más flexible...Pero no sabemos hacerlo, simplemente porque no aprendimos (ni intiuitiva ni conscientemente) a utilizar las estrategias necesarias para una negociación.

A mi parecer, el prejuicio de género nos rebasa: tememos ser agresivas o parecer “mandonas”, porque esas cualidades han sido consideradas en nuestra cultura como “masculinas”. Y yo me pregunto: ¿por qué nos aferramos tanto a la idea que nos han vendido sobre “lo femenino”? ¿Parecer "mandona" cambia lo que realmente eres?

Por lo pronto, para  sacudirse la timidez, empezar a tomar riesgos y conseguir lo que necesitamos, hay que prepararse. Hace un mes comencé a documentarme sobre cómo integrar las cualidades personales a la vida laboral. Aquí les comparto un resumen:

Lo que quieres VS lo que necesitas. ¿Sabemos lo que necesitamos y podemos distinguirlo de lo que nuestro ego desea? Quizás tu ego quiere la admiración de tus compañeros de trabajo, pero eso no es lo que realmente necesitas. Probablemente, ese deseo viene de la falta de reconocimiento a tu labor o, simplemente, de la sensación de no estar recibiendo un salario justo. El ego, nos guste o no, trabaja por compensación, pero comete el atrevimiento de sobredimensionarlo todo. Lo primero, antes de plantearnos una negociación, es aprender a distinguir lo que queremos de lo que necesitamos. Enseguida, hay que comprender que tú no eres tus obstáculos, y que tu jefe no es el problema. En otras palabras: no lo tomes personal, no se trata de ganar o perder, sino de establecer un acuerdo de colaboración (al menos en teoría, claro está).

Ganar VS conciliar. Una negociación no se trata de demostrar una postura o hacer que tu punto de vista “gane”, sino de conciliar intereses. A ti te interesa, por ejemplo, salir temprano los miércoles para llegar a tu clase de yoga. No vas a negociar tu necesidad de llegar a la clase de yoga. El tema de la negociación es la flexibilidad de horario. Piensa creativamente: a tu negociación tienes que llegar, al menos, con dos opciones que te satisfagan a ti y a la persona con la que vas a negociar. A veces pensamos que pasar de la teoría a la acción requiere mucha valentía, encontrar el momento adecuado, esperar a que tu jefe esté de buenas o a que el horóscopo te diga que hoy es el día… Los expertos dicen algo muy sencillo: sólo prepárate y hazlo.

Aprende a respirar y mejora tu vida laboral
Aprende a respirar y mejora tu vida laboral

Preparación. Conoces tus debilidades, ¿cierto? Bueno, olvídalas, no vas a usarlas en tu negociación. Mientras estés planeando tu estrategia, imagina que ya perdiste, que fallaste, que no conseguiste nada. ¿Cómo te sientes? ¿Qué fue lo que te hizo fallar? Quizás hablaste demasiado o volviste a ser tan tímida como siempre. ¿Sabías que esa es una forma de boicotearte a ti misma? Si eres fiel a lo que realmente necesitas, si estás hablando desde la verdad, ¿por qué ponerte nerviosa, por qué dudar de ti misma? No tiene nada de malo, solo hazlo y aprende de ti misma. El “no” ya lo tienes. De hecho, mientras no haya ocurrido la negociación vives en el “no”. Piensa que es un entrenamiento de vida y nada más, es un acto tan simple como señalar una nube o un coche. Nadie dudaría de que son lo que son ni de que están ahí. Bueno, es lo mismo con tu necesidad. No tienes que argumentar para demostrar que es real o que es justa.

Lo menos. Tienes que tener bien claro cuánto es lo menos que estás dispuesto a aceptar, sobre todo cuando vas a negociar dinero, aunque también aplica para el tiempo, las prestaciones, la carga de responsabilidades. Pero ojo: esa información es para ti y nada más. Imagina que ese es el peldaño 0 de una escalinata que llega hasta el 10 (las mejores condiciones). En tu negociación no puedes bajar más allá del peldaño 4.

Territorio común. Jenna Goudreau, reconocida autora sobre liderazgo, recomienda que hables en la primera persona del plural “nosotros” y no en singular “yo”. Es un truco lingüístico para conectarte con la mente de la otra persona y que ambos se enfoquen en el asunto que tú quieres tratar. Además, cuando usas el “nosotros”, el ego no sabe muy bien dónde ubicarse y se rinde. La posible rivalidad y la hostilidad se diluyen un poco y dan más lugar para negociar.

Como ves, estas estrategias no tienen nada que ver con adoptar un comportamiento más “femenino” o “masculino”, sino con ser fiel a lo que necesitas, plantear tus límites y enfocarte en el interés mutuo.

@luzaenlinea

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