¿Quieres parecerte a tu mamá?

Soy una #HijaDeMiMadre

Texto: Mariana Israel

Sería increíble poder tomar un tamiz y pasar a nuestra madre por él. Quedarnos con todo lo bueno que queremos para nuestras vidas, ¡y descartar los defectos! Sin embargo, debemos aceptarlas tal como son, y resignarnos a que heredaremos sus purezas… y sus impurezas.

Para algunas chicas, verse reflejadas en sus madres a medida que crecen es catastrófico. Otras, en cambio, celebran las similitudes. Están las que no pueden tolerar la frase: “Eres igualita a tu mamá”; y las que se ríen del parecido.

La influencia, según los psicólogos, es prácticamente inevitable. “Nuestra madre suele ser la persona que causa el mayor impacto psicológico en nuestras vidas”, señala la Dra. Vivian Diller, psicóloga, en el sitio de Oprah Winfrey. “Física y psicológicamente, desde la estructura ósea hasta el tipo de sangre; desde el color de piel hasta los gestos, estamos genéticamente programadas para ser similares a nuestra madre biológica”, resalta.

¿Bendición o calamidad?

 

La madre modelo

La mamá de Mercedes tiene un club de fans: es una mujer tan fabulosa, que sus primas, sobrinas y amigas son sus admiradoras. Silvia vive sonriendo y de buen humor, es solidaria, atenta y perceptiva, humilde y delicada.

Mercedes desearía ser como ella cuando envejezca, aunque sabe que heredó una gran porción del carácter fuerte y malhumorado de su padre. “Me encanta que las personas me comparen con mi madre, porque es un ejemplo de mujer en mi familia”, celebra la adolescente de 19 años.

 

El ejemplo que no quieres seguir

No es el caso de Sofía, de 28 años, que reza para no seguir los pasos de su mamá. Es que Julia, de 50, la abandonó cuando tenía 15 años. Se marchó a Italia con su novio, con la promesa de volver a buscar a sus hijos… pero nunca regresó.

La autoestima de Sofía paga las consecuencias: “Si mi propia mamá no me quiere, ¿quién me va a querer?”. Es lógico si entendemos que son las miradas, las caricias, las palabras y los comportamientos de nuestras madres los que forjan la imagen que tenemos de nosotras mismas, de acuerdo con Diller. “Una cuidadora cuyos ojos reflejaron indiferencia, envidia o antagonismo, provoca que la niña se sienta insegura y autocrítica, sin importar cuán atractiva pueda parecerles a los demás en el futuro”, amplía la psicóloga.

En casos como el de Sofía, convertirse en su madre es una condena con nombre y apellido en la psicología: compulsión de repetición. “La naturaleza humana nos lleva a repetir la historia, a menos que actuemos para cambiar los patrones que aprendimos y absorbimos. Si sabes de dónde vienes, cambiar el curso del futuro es posible. La introspección requiere tomar conciencia. El cambio requiere esfuerzo”, subraya Diller.

Tom Wooldridge, psicoterapeuta, expresa en el portal Good Therapyque “cuando dejamos a nuestra familia nos llevamos un bagaje emocional”. “Saber lo que hay allí dentro, y decidir revisarlo y dejar algunas cosas, es la esencia del trabajo sobre la familia de origen”, declara.

 

Tú, ¿estás feliz de parecerte a tu madre o no?

 

 

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