Madrastras, mamás de la vida

Texto: Jess

Tengo un hijo de 21 años, producto de mi primer matrimonio. Matrimonio basado en sueños más que en conciencia. De esa unión elegida, nació este chiquito que ya es casi un adulto, y motivo suficiente para nunca arrepentirse del paso dado.

Hoy este casi hombre ya vive solo y por motivos geográficos se encuentra más cerca de su papá que de mí. Su papá, quien volvió a casarse, igual que yo.

Cuando se crean dos familias es posible ganar afecto, no hace falta dividirlo. / Foto: Thinkstock
Cuando se crean dos familias es posible ganar afecto, no hace falta dividirlo. / Foto: Thinkstock

Hace un tiempo me llegó un email de la mujer de mi ex marido. Me contaba de un logro de mi hijo. Si bien ya la conozco hace muchos años y siempre demostró ser una gran mujer, este mensaje me emocionó. No tenía ninguna obligación de escribir algo que mi hijo podía, e iba a contarme.

Nuestra relación siempre fue de respeto y cordialidad (como debería ser en estos casos). Cuando un matrimonio no funciona y se rompe, los hijos deberían salir lo más ilesos posible. Y por el bien de ellos una, como mamá que los tuvo en la panza, debería desear que la relación con los que serán "los otros" sea lo más amorosa posible. En mi caso, creo que mi hijo tuvo mucho amor de parte de "los otros". Tanto mi marido como su mujer lo han cuidado, querido, ayudado y escuchado. Han sido papás de la vida, por elección y por amor.

Es un lugar difícil y amenazador ser mamá o papá cuando entra en escena un "otro". Hay que dejar de lado egoísmos y competencias. Entender que ese "otro" nada tiene que ver con viejos rencores, si los hubiera. Hay que reforzar la propia seguridad y generosidad. Y desear que "los otros" quieran a nuestros hijos. No solo por ser "hijos de mi marido" si no por ellos mismos. En nuestra casa y en la del otro. Exigir que nuestros hijos respeten a esas personas, respetando nosotros primero. Y rezar para que terminen queriendo a quien pasará mucho tiempo con ellos. Enseñarles y demostrarles que no hay vínculos en juego. Que es posible ganar afecto y que no hace falta dividirlo.

Por eso me emocionó el email de ella, su "mamá de la vida". Porque era claro, limpio, generoso, cómplice, cariñoso y en favor absoluto de quien más lo merece. Ni ella quiere ser la mamá ni yo quiero que él no la quiera. Mi espacio como mamá de este chiquito, y su lugar como mujer del papá de quien más amo, siempre fue respetado, y eso hizo que ninguna se sintiera amenazada.

Lo que las dos queremos es vivir en paz, querer a nuestro hijo y que nunca la relación entre nosotros sea una preocupación para él. Siempre una alegría para ambas. Porque una mujer que elige ser mamá de a ratos de un hijo que no es suyo, merece admiración, respeto y buen trato. Porque ser madre sin haberlo sido, es doble mérito.

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