Devuélvanme a mi hija

No puedo definir exactamente cuándo fue que la perdí. ¡Lo que sí me acuerdo era que me amaba, nos amábamos, éramos felices! Yo solía ser la mamá perfecta. Y por suerte ella lo valoraba, porque esto de ser madre es un trabajito arduo y por lo menos que los niños se lo crean. Pero los tiempos críticos estaban por comenzar. Y las señales empezarían a hacerse evidentes.

Una tarde, con toda la familia política reunida, de pronto escucho venir desde la otra punta de la mesa. “Mi lunch del colegio es el peor”.

No fue sólo la acusación letal sino dónde me la viene a decir la muy desconsiderada. ¡¿Cómo se atreve?! Es que cuando se ponen malos hacen eso, te denuncian públicamente sin ningún tipo de miramiento.

Quizás en la intimidad lo soportaba mejor, pero hacer pública mi “supuesta” inoperancia me pareció una deslealtad total y absoluta. Pero ahí, carita de póker y dejarla pasar. Porque si llegas a replicar, el contraataque puede ser mortal. ¡Pero agárrate! Por dentro vas calentando los motores, y solo esperas el momento de irte para lanzarle toda tu artillería.

Siguiendo con el tema de las señales del ocaso en ciernes, de pronto también empezó a distinguir todos y cada uno de mis defectos: “Ya tienes cara de vieja” me lanzó como si nada un día mientras la maquillaba en el baño. ¡Por suerte esa vez me lo dijo a mí solamente! Se ve que me vio muy de cerca y le parecí un papiro. Pero a esta altura, y acostumbrada al bochorno en público, que me lo digan en la intimidad fue como un mimo. ¡Casi le digo gracias y todo!

Me acuerdo cuando me escribía cartitas y dibujitos llenos de corazones. ¡Qué tiempos aquellos! Yo era linda, buena, perfecta. Ahora lo que recibo son mensajes llenos de órdenes y reclamos.

"Te olvidaste de autorizarme para la salida mamá", "Otra vez llegué tarde", "No me mandaste dinero para el recreo", "Mi suéter me queda chico, cómprame otro", "Tienes que llevarme a xxxxx…"

¡Por Diooos ¿¡Nunca un por favor y gracias? Ya ni espero que le surja como consecuencia de un auténtico proceso interno de agradecimiento, pero al menos que se le caiga de la boca, que se le caiga sin que se dé cuenta. ¿No me pasé acaso 15 años educando estas formalidades básicas?

Dicen los que saben que todo esto es parte del crecimiento. Un adolescente en búsqueda de su autonomía e independencia. Todo muy válido, pero pregunto, ¿no vienen con un back up mínimo, cosa que aunque se reseteen por completo, algo quede en pie? ¡Algo!

Otro detalle muy humillante en este proceso que va del amor al odio, es convertirte en el objeto de sus vergüenzas sociales. Una se siente listísima, divertida, experta, canchera.. ¡pues nada de eso! Tu presencia es tan bochornosa delante de sus amigos que solo tienes que limitarte a cumplir funciones robóticas: alimentarlos, transportarlos, mantenerlos, etc. Y todo en el más absoluto silencio.

Odio también cuando está con sus amigas y me mira, mejor dicho me observa. Es esa mirada cruel que saca una radiografía instantánea de todo lo que le hace ruido de tu persona. Y una se da cuenta. Y te acomodas el pelo y la ropa en un acto desesperado por lograr su aprobación, ¡que nunca llega, más vale! Porque para ella, para la adolescente, la mamá es un papelón (un "oso).

Tengo tantos ejemplos que podría seguir y seguir. ¿Pero sabés que? Después pasa que lo hablas con tu mamá y ella te dice: "Eras igual conmigo. Me hacías exactamente lo mismo". Y ahí dices, "bueno, será que tengo que pasar por esta degradación inevitable para poder resucitar algún día".

¡Pero que ese día llegue pronto por favor! ¡Quiero volver a ser la mamá buena, linda y divertida! ¡Quiero que me devuelvan a mi hija!