Cómo darle apoyo a los hijos sin ser agresivo

“Lo que importa no es ganar, sino competir” es algo que algunas veces resulta más fácil en la teoría que en la práctica y aplica tanto para padres como para hijos.

La mayoría de los padres quiere que sus hijos triunfen y es normal querer hacer todo lo posible para ayudarlos a lograrlo. Pero hay una delgada línea entre dar ánimo e interferir: ¿en qué momento se vuelve agresivo el estímulo a los hijos?

No entusiasmarse en exceso

Anne, una maestra de baile y mamá de un hijo que nada profesionalmente, frecuentemente nota en las competencias que otros padres sobrepasan los límites de un aliento sano. “Las cosas que gritan son francamente vergonzosas – uno no puede evitar sentir pena por los hijos, quienes sienten que sus esfuerzos no son suficientes”. Hay hijos que ni siquiera pueden soportar que sus padres vayan a apoyarlos en competencias deportivas, y algunos incluso mantienen el evento en secreto hasta que termina.

“La única vez que hice algo así, mi hijo no me dejó ver otra de sus competencias durante meses”. ¡Que eso sirva de lección!

No competir contra otros padres

Un indicio seguro de que se está alentando a los hijos muy agresivamente es cuando las necesidades del hijo toman un segundo plano ante las de los padres. Un ejemplo es Paula, de 38 años, mamá de Francesca, de 18. Cuando los resultados de los exámenes de fin de curso de su hija fueron más bajos que los de una amiga cercana, avergonzó a ambas chicas al compararlas e hizo sentir menos a su hija. Este es el tipo de conducta que diferencia a los padres agresivos de los alentadores. La lección aquí es que hay que mostrarle a los hijos que se está orgulloso de ellos sin importar lo que hagan.

Si lo que le preocupa es que los logros de su hijo puedan afectar su propia reputación o que lo hagan ver mal, entonces es hora de revaluar sus prioridades.

No intentar sobornarlos

Es frecuente que los padres les ofrezcan a sus hijos recompensas por alcanzar ciertos objetivos. Julie, de 46 años y madre de tres hijas adolescentes, admitió que solía darles a sus hijas incentivos monetarios para que sacaran buenas calificaciones en la escuela. Aunque algunos podrían ver esto como un estímulo sano, para otros es un simple soborno.

También es común que exista competencia entre los mismos padres para ofrecerles a sus hijos el mejor premio posible, y Julie añadió que sus hijas le dijeron que se esforzarían todavía más si supieran que serían mejor recompensadas que sus amigas. Esto es dar incentivos de forma equivocada, ya que los hijos pierden de vista lo que realmente importa.

Dejar que establezcan sus propios objetivos

Permitir que los hijos establezcan sus propias metas, tiempos de ejecución y recompensas podría ser una forma de evitar el síndrome del padre agresivo. En lugar de dictarle a un hijo lo que debe hacer, se puede ceder en algunas cosas para descubrir sus necesidades. Todos aprendemos de forma diferente y nos sentimos motivados por cosas distintas, así que es mejor descubrir qué opciones se ajustan mejor a su hijo para optimizar su motivación sin ejercer presión.

Hay que dejar que los hijos den cuenta de sus propios errores en lugar de criticarlos. Por ejemplo, si lo que necesitan mejorar es su habilidad para administrar el tiempo, entonces deben enfrentar las consecuencias y aprender por sí mismos, incluso si eso incluye ser regañados por un maestro.

Finalmente, no merodearlos mientras estudian o ensayan les da oportunidad de dudar de sí mismos – les da independencia al dejar que sean ellos los que acudan en su ayuda y no al contrario.

No obligarlos a hacerse notar

Si su hijo muestra potencial para ser una estrella del canto y el baile, entonces, como padre, es importante reconocer su talento sin obligarlo a convertirse en el centro de atención. Fomentar un talento puede ser muy importante en términos de la confianza que adquiere su hijo en sí mismo y quizás también reditúefinancieramente en un futuro. Pero con frecuencia, obligar a los hijos a desarrollar sus talentos a la fuerza terminará alejándolos.

Julia, una maestra de flauta, advierte que los efectos de estimular agresivamente a los hijos pueden ser perjudiciales para la habilidad creativa de un niño; “Siempre puedo darme cuenta cuando un niño está bajo presión de los padres. Su confianza flaquea y no se comunica conmigo como maestra”. Julie aconseja que si su hijo parece satisfecho disfrutando de un pasatiempo o actividad artística sin ser competitivo, entonces es mejor dejar las cosas así.

Darles espacio

Puede ser tentador querer acompañar a su adolescente de 16 años a entregar solicitudes de trabajo para asegurarse de que lo hace bien, pero buscar empleo por primera vez puede ser un reto monumental y no es algo que un adolescente hace voluntariamente si siente demasiada presión de sus padres.

Michelle, madre de tres hijos, relata el impacto que tuvo en su hija haber intentado interceptar una solicitud de trabajo que Michelle sintió que no era adecuada; “Lo hice por amor, pero no valió la pena en cuanto a la vergüenza que le provoqué posteriormente a mi hija, cuya confianza en mí disminuyó”. El mejor apoyo que se les puede brindar en estas circunstancias es ofrecer ayuda para redactar un currículum vítae y sugerir llevarlos a comprar un atuendo para las entrevistas de trabajo.

Pero seguirlos como sombra mientras entregan currículums vítae o entregar solicitudes sin su consentimiento no va a ganar su confianza; es mejor darles libertad para que cometan sus propios errores.