¿Elegirá al faldero o al que muestra los dientes?

En las últimas décadas, las mujeres han encontrado —porque lo buscaron— un lugar de independencia que muchas de sus abuelas anhelarían haber disfrutado. La autonomía femenina postmoderna es múltiple y puede conducirse en varias direcciones, entre ellas la de elegir el lugar de residencia al cumplir la mayoría de edad y contar con cierto dinero para sustentarse. Sería impensado tiempo atrás que una muchacha de 18 años fuera a vivir sola, lejos de su hogar familiar. Quizás lo más significante de la emancipación sea elegir cuál va a ser su lugar en el mundo. Es decir, concretamente, el techo bajo el cual desplegará sus alas y el que albergará a sus sueños.

Claro que con el tiempo, el espacio de la recientemente “liberada” parecerá cada vez más grande ya que no es fácil convivir con la soledad diaria, ni qué hablar con la nocturna. Podrá comenzar con adquirir una bella planta y una bella vasija donde eche raíces, pero al poco de adoptarla seguramente deseará que aquella tuviera algo de movimiento, que responda a los estímulos sonoros y visuales, que acompañe su andar y que pueda recostarse con ella en la cama para ver la serie de moda. Una mascota sería ideal. Bien, la nueva emancipada ya estará lista para cohabitar con un perro.

¿Por qué ha de interesarle a un hombre la elección del perro que escoltará a una chica? Resulta que es muy probable que, a grandes rasgos, la chica que nos gusta tienda a seleccionar su animal del mismo modo que elegiría a una pareja. O por lo menos ella nos ofrecerá indicios de lo que espera de su acompañante. Toda información es bienvenida.

Es probable que elijan a un perro con característicast
Es probable que elijan a un perro con característicast

“Perronalidad” es una jerga que se utiliza mucho en los amantes de los canes para definir cómo es la forma de ser del perro, el famoso temperamento canino. Se trata de la base genética que trae cada cachorro, las características de la raza que incidirán en las manifestaciones de su conducta, su comportamiento. En definitiva es lo que nos va a indicar si lo mejor será un sabueso energético como un pastor alemán que es un perro de trabajo o uno calmado como el pug.

El carácter del perro dependerá de las características de la raza (innatas) sumadas a su capacidad de adaptación al entorno que lo rodea; así sucederá con nosotros, hombres aparentemente normales. Como el can, lo que aportemos a la relación resultará de nuestra forma de ser — con todo lo bueno y lo no tanto que traemos—, y nuestra capacidad para amoldarnos a la vida en pareja y sus particularidades.

Si la vemos por la calle paseando a un pequeño perro maltés, primariamente te darás la idea de que ella busca una compañía que sea divertida pero sumisa. Alguien que estará feliz de sentarse a su lado, hora tras hora, mientras lee un libro o ve televisión. Una pareja a la que le encantará acompañarla a donde quiera ir. Que sea bueno vigilando y excelente alarma contra extraños.

Ahora bien, si mientras conversas con una encantadora dama en tu primera cita deseas saber si te acercas a su ideal de pareja, se puede comenzar preguntando: ¿Cuál es tu raza de perro favorita y cuál de sus cualidades te atrae más? Si la respuesta es: “un mastín del Pirineo…”, querrás agregarlo algo de músculo a tu cuerpo y ponerte robusto pero sin que esto represente torpeza. Deberás interpretar que ella valora la agilidad, la valentía y una mirada expresiva.

Una buena técnica en este sentido, es reconocer primero tus propias cualidades y hallar en el enorme abanico canino cuál es el perro que más se aproxima a tu personalidad e idiosincrasia, de ese modo, estableciendo un paralelo con el animal perruno, sabrás cuán lejos o cerca estás de que tu relación con esa adorable mujer tenga un final feliz, o si por el contrario, será una larga cátedra de adiestramiento.