Más que pensamiento positivo, ¡acción positiva!

¿Sabías que la emblemática pose de La Mujer Maravilla ha inspirado estudios sobre la manera en que cuerpo y mente trabajan? / Foto: Thinkstock
¿Sabías que la emblemática pose de La Mujer Maravilla ha inspirado estudios sobre la manera en que cuerpo y mente trabajan? / Foto: Thinkstock

Texto: Mariana Israel

“Yo creo”… Crear y creer: dos verbos que son caras de una sola moneda. ¿Por qué entonces separarlos? Los libros de autoayuda nos alientan a tener un pensamiento positivo y a visualizar el éxito, pero a esta mesa le falta una pata. Es hora de pasar del creer al crear.

Visualizar no alcanza

Richard Wiseman, autor del libro Rip It Up: The Radically New Approach to Changing your Life: The Simple Idea That Changes Everything, señala en un artículo para el periódico inglés The Guardian, que la técnica de visualizar nuestras aspiraciones puede de hecho alejarnos de ellas.

El experto citó un estudio de 1999, publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin de la Universidad de California, en el cual los estudiantes visualizaban que obtenían buenas calificaciones en su próximo examen. Finalmente, tanto fantasear los llevó a estudiar menos y a recibir bajos puntajes.

¿Cuál es la propuesta de Wiseman? Dar vuelta a la ecuación. En lugar de creer que el pensamiento positivo nos lleva a los resultados, deberíamos preguntarnos si el comportamiento puede acercarnos a la meta. Sonreír para sentirnos felices; fruncir el ceño para enojarnos. Actuar “como si” fuésemos la persona que queremos ser en algún momento nos convertirá en ella.

El ejemplo de la Mujer Maravilla

Tal vez hayas escuchado hablar de la “pose del poder” de la Mujer Maravilla: manos sobre la cintura, pecho abierto y erguido, piernas separadas… ¿Tienes la imagen? Empieza a practicarla.

Amy Cuddy, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, brindó una clase magistral sobre comportamientos que impactan en nuestras emociones durante una presentación para TED.

Cuddy afirma que ciertas poses no solo repercuten en cómo otros nos perciben, sino que afectan nuestro cuerpo a nivel químico. En un experimento publicado en 2010 en la revista científica Psychological Science, Cuddy y sus colegas le pidieron a 42 voluntarios femeninos y masculinos que adoptaran algunas posturas. A un grupo, le indicaron posar por dos minutos como la Mujer Maravilla o con las manos detrás de la cabeza, como si estuviesen en la playa al sol. Al segundo le solicitaron que se “cerraran”, que encogieran los hombros y se encorvaran. Al cabo de dos minutos, los resultados que los científicos vieron fueron sorprendentes: aquellos que habían adoptado una postura “poderosa” manifestaban una mayor tolerancia al riesgo, un aumento de 20% en los niveles de testosterona (la hormona “dominante”) y un descenso del cortisol, la hormona del estrés.

Durante la charla para TED, Cuddy reveló su historia personal. A los 19 años se golpeó gravemente la cabeza en un accidente automovilístico. Le dijeron que su coeficiente intelectual había disminuido y que nunca se graduaría de la universidad.

Cuddy decidió inscribirse igual y “fingir”. “Fingir” que era buena alumna, “fingir” que podía estudiar como cualquier otro joven del campus. Fingió hasta que se convirtió en una brillante investigadora.

¡PARTICIPA!

Alex Korb, investigador postdoctoral de la Universidad de California y consultor de BrainSonix Inc., resume en la revista Psychology Today que la relación entre los comportamientos y las emociones es una calle de doble circulación.

Nuestro cerebro, según Korb, “le presta atención a lo que el cuerpo está haciendo”. Es lo que se conoce como hipótesis de feedback facial, aunque el investigador señala que no se aplica solamente a la sonrisa o a fruncir el ceño. “La buena noticia es que mientras que a veces es difícil controlar nuestras emociones, es mucho más sencillo controlar nuestros músculos. Puedes usar tu cuerpo para engañar al cerebro”, resalta.

El cerebro percibe la flexión de ciertos músculos (como el cigomático mayor, involucrado en la sonrisa) y lee: “Debo de estar feliz por algo”. Haz la prueba… sonríe con todos tus dientes, de oreja a oreja, aunque no estés contento. Hazlo hasta que notes que no lo estás forzando.

¿Crees que esto pueda funcionar para ti? Por qué no haces la prueba y nos cuentas tu experiencia. Queremos leerte.

:-)

También te puede interesar:

¿Por qué la música nos hace sentir bien?

Renunciar a un trabajo maravilloso, ¿por qué no?

Ser optimista, gran recurso para el bienestar