Los excesos de diciembre

Ya llegó diciembre, mes de cenas, festejos, comida y bebida... / Foto: Thinkstock
Ya llegó diciembre, mes de cenas, festejos, comida y bebida... / Foto: Thinkstock



Fin de año, tiempo de festejos, euforia, desborde y despilfarro. Distintas caras de un mismo problema: la dificultad de ponernos un límite. ¿Disfrutamos realmente de la pérdida de control? ¿Cuánto hay de conciencia en estas reacciones? ¿Y de adicción? Para el psicólogo y escritor argentino Eduardo Chaktoura “los excesos hablan una y otra vez de la falta” y lejos están de darnos placer. “Son una acumulación por miedo a sentirnos solos o desprovistos de vaya uno a saber qué”, asegura.

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Las exigencias personales y sociales, colaboran a que ese mecanismo camuflado de felicidad, se active. Cuando a esta altura del año repasamos la lista de asignaturas pendientes, la angustia entra en escena. Lo mismo pasa si lo que repasamos es esa lista de objetivos que teníamos hace doce meses: muchos habrán sido alcanzados pero otros tantos, no. ¿Y qué hacemos frente a esa frustración? Nos dejamos alcanzar por la gula. Y comemos por demás, y bebemos por demás. Y tapamos con guirnaldas, nuestros pequeños duelos.

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Para abundar en este tema, les recomiendo el libro “Comí” (1957), escrito por el reconocido ensayista y pensador Martín Caparrós. Dedica todas sus páginas a desmenuzar qué hay detrás del acto de masticar y masticar. Y dice: “Comer es la ilusión de que el pasado no se fue, puede volver por un momento, está en alguna parte. El placer de comer es el alivio de una historia que no se ha terminado (…) Comer es retener lo que se escapa y, al mismo tiempo, es despilfarro: se gastan bienes y se gasta la cuota de calorías disponibles, capacidad del cuerpo; se gasta la posibilidad de volver a comer en las próximas horas y se gasta la salud del futuro y se gasta sobre todo el respeto por sí mismo –que últimamente está dado por la medida en que uno es capaz de mesurarse”.

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No quiero pecar de exagerada, solo recordarles, recordarme, que diciembre es tiempo de festejos y que el atraco, no tiene por qué ser de la partida. Bailemos y riamos hasta que nos duelan los pies y la comisura de la boca. Y si lo deseamos, también lloremos, que como escribí el otro día, parece que es saludable. ¡No te pierdas de vista en medio de las celebraciones!

¿Por qué crees que la gula y los excesos se apoderan de las personas para fin de año?