Cuando el bebé llora

¿Qué nos pasa las mamás cuando el bebé llora?

Cuando el bebé llora / Thinkstockphotos
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El sonido de un bebé que llora, que llora y llora cada vez más, que se calma sólo para volver a comenzar con un grito estridente, es sin duda el ruido más perturbador, exigente y agotador que podamos escuchar... especialmente las madres.

¿Cómo soportar un bebé que llora?

Las madres escuchan a diario muchas respuestas de diferentes fuentes: profesionales, personas allegadas afectivas, material de lectura, entre otros: no acudir a su llamado, acudir rápidamente, no alzarlos, brindarles mimos y la concepción de otros profesionales que las madres en su espontaneidad, cariñosas, atentas a las necesidades de sus bebés, respondiendo a su sentido común pueden resolver las diferentes situaciones que la crianza nos enfrenta cotidianamente.

Lo importante es despejar de ellas las que nos sirven y tengan que ver con cada una de nosotras, con nuestra dinámica familiar.

Inicialmente debemos definir que el llanto es para el bebé un modo de comunicarse, de descarga. Los adultos solemos darle otra connotación más afín a nuestros propios sentimientos, asociando el llanto al sufrimiento y al dolor, por ello es tan angustiante para una madre tolerar el llanto prolongado de su bebé, despertando incluso reacciones físicas: nudo en el estómago, obstrucción de garganta, tensión muscular, taquicardia...hasta lágrimas.

Esto es así en parte por lo anteriormente dicho: consideramos que nuestro bebé si llora, es que no está bien. Y la verdad es que no siempre es así, pero a esto se le suma la carga emocional. Y es que se supone que las madres deben poder calmar a su bebé, por lo tanto aquella que no lo está logrando siente angustia, culpa, y algunas de ellas llegan a sentirse como una mala madre.

¡Basta de culpas!

Todas las hipótesis que recibiremos seguramente cuando nuestro bebé llora: que lo estamos malcriando, que es consecuencia sólo y seguramente del estado emocional de la madre y otras variantes, no hacen más que dificultar lo que más se necesita en ese momento: tranquilidad y confianza en sí misma, para transmitírselo al bebé y poder acompañarlo en esta manifestación.

Algo que complica mucho nuestra reacción ante el llanto frecuente y/o prolongado es que no estamos preparados para los sentimientos que nos provoca: ira, enojo, violencia, fastidio, impotencia. Entonces al encontrarnos con ello nos sentimos muy desorientadas, angustiadas y con culpa. En nuestra pareja también pasan cosas: mal humor, no estar de acuerdo con las soluciones que probamos... más problemas!

Todo ello se complica con la idealización que en general tenemos de la maternidad: el concepto de madre incondicional, siempre feliz, con manifestaciones sólo de dulzura y permanentemente tranquila. Nadie menciona otros sentimientos que pueden aparecer y eso favorece a la culpa, el aislamiento y la inflexibilidad para experimentar y encontrar la propia manera de ser mamá, en la relación con la singularidad de tu bebé.

Hay algo que nunca le falta a la mamá de un bebé que llora: ¡Consejos!

Pero aquí van algunas sugerencias que pueden ayudar en ese momento:
- Reconocer el propio enojo.
- Encontrar maneras saludables de descargarlo.
- Delegar al bebé a otras personas cuando sentimos que no podemos más.
- Procurarse momentos de relax.
- Salidas al aire libre.
- Hacer ejercicio físico.
- Tener presente que no llorará eternamente.
- Asesorarse.
- Conectarse con otras mamás.
- Consultar con un profesional.

Estamos en general preparados para el parto pero no para lo que viene después, como si allí todo terminara cuando en realidad... "recién comienza". Es por ello que debemos tomar el primer tiempo luego de la llegada del bebé a nuestro hogar, como un tiempo de adaptación a nuevos roles, nuevos vínculos y nuevas normas y necesidades dentro de la dinámica familiar. En este proceso es indispensable tomarse un tiempo de reconocimiento mutuo con el bebé, ensayar diferentes maneras de relacionarse, de entretenerlo y también de calmarlo. Mirarlo, reconocerlo como nuestro hijo, descubrir sus gustos y preferencias, dejarnos llevar…

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