Esas pequeñas manías

Todo tenemos alguna (o casi todos) ya sea por extravagantes, caprichosos, afecto o simple locura. Yo tengo varias, y me enorgullezco de ellas, al grado de que busco todo tipo de excusas para no dedicarme a eliminarlas (o cambiarlas por otras, todo dependerá).

¿Eres maniática? / Foto: Thinkstock
¿Eres maniática? / Foto: Thinkstock

Me sorprendí al descubrir que existe un diccionario de manías y me enorgullezco de no ser egomaniaca -obsesión normal por uno mismo-, pero sí tiendo a la automanía - compulsión hacia la soledad-; soy escribomaniaca -deseo obsesivo por escribir -, pero creo que jamás sería glazomaniaca -interés obsesivo por hacer listas.

Quizá por definición las manías de las que me enorgullezco (y de las que me defenderé más adelante) pero no dejan de ser algo que me define. En realidad son más un resultado de un desorden crónico y que he aprendido a disfrutar. Por ejemplo:

El desorden de mi armario es "mi desorden" y no me gusta mucho que alguien lo ordene. Suelo "perder" playeras, pantalones y zapatos durante meses. Alguna vez alguien me preguntó que por qué no intentaba resolver este "problema"... Pero me defiendo diciendo que cuando encuentro esa pieza de ropa perdida la disfruto como si recién la estrenase. Mi propio vintage (fake!).

El dinero, si está en formato de tarjeta o cuenta bancaria, puedo controlarlo, pero cuando se trata del efectivo, lo tengo desperdigado por todos lados. ¿Para qué arreglarlo? Soy maníatica del desorden con el dinero en efectivo y es que ¿a quién no le gusta encontrarse con un billete en le chamarra que no usaste desde el invierno pasado, o encontrarlo en el bolso que hace meses no lucías? El problema es que con el desorden de mi armario todo es posible y quizá el límite lo ponga cuando vuelva a encontrar dinero metido en una de mis botas... (sin comentarios).

Contar los escalones es algo que hago desde pequeña. Todo comenzó porque yo no quería aceptar que el final o principio de una escalera se contara como un escalón (al final ya es el piso y no la escalera - según mi lógica-), así que con mi papá comencé a contar escalones una y otra vez... Hoy lo sigo haciendo: la misma escalera al subir, la misma escalera al bajar, una y otra vez. Quizá esto sea un atisbo de aritmomanía, pero solo me pasa con las escaleras.

Para comer tengo un sistema específico para cada platillo, dulce, fruta y bebida, y es que no todo se come igual porque no todo sabe igual. Entonces, cuando como carne, tengo que comerla en círculo, pero no le doy vuelta a la carne, sino al plato entero; el café tiene que estar tan caliente como para escaldarme la lengua cuando me lo sirvo (o sirven), pero comienzo a tomarlo cuando está tibio (una herencia de mi mamá, digo yo); siempre dejo "lo más rico" de un platillo para el final, corriendo el riesgo de que mi novio extienda su tenedor cuando no estoy prestando atención y me quede sin ello.

La sopa se sirve caliente, pero la como tibia o fría (cuando la como porque como a Mafalda, no me gusta la sopa). ¿Cómo pueden comer las cosas tan calientes? La comida no sabe igual.

La comida se mastica al menos 20 veces, y las cuento. Ñam 1, ñam 2, ñam 3...

Para beber también soy algo rara... No suele gustarme que nadie tome de mi vaso de agua, refresco, café etc... Aunque no me molesta dar a probar. Pero que tomen mi vaso sin mi permiso... Sin embargo yo sí lo hago con las bebidas de otros, y de forma compulsiva, a tal grado que cuando salgo a comer ya no pido nada de beber para después beber de lo que sea que haya pedido mi chico. Él ya se acostumbró, pero no deja de recordármelo...

Los trastes deben estar siempre limpios, y no soporto que la tarja esté llena. La casa puede estar desornada y el polvo un poco acumulado, pero los trastes... Esos nunca. A mi suegra le llamaba mucho la atención, aunque mi mamá estaría orgullosa, pero quien vive conmigo siempre dice "¿Algún día descansarás y lo dejarás para mañana?. No, punto.

Los calcetines se doblan como me enseñó mi mamá, y no hay de otra. No se hacen pelotas, ni se anudan, ni se dejan hechos rollito nada más en la cajonera. Los calcetines se extienden talón con talón, se doblan sobre sí mismos, y se aseguran con el elástico de uno de ellos.

Las pinzas para colgar la ropa van por colores, y seguirán ese orden, porque se ve bonito (y diría que me ayuda a controlar el número de pinzas, pero la verdad es que nunca las he contado).

La ropa no se cuelga en el tendedero en desorden, se ponen primero los pantalones, luego los suéteres, después las playeras de hombre, seguido de las playeras de mujer, y al final la ropa interior. Cuando hay toallas o sábanas, entonces éstas van primero, luego los pantalones, después los suéteres...

También tengo problemas con los supermercados... pero eso ya se los conté.

Mi manía por las libretas es casi inagotable. Tengo tantas que no sé cuándo terminaré de llenarlas. Yo me digo que es porque escribiré muchísimo, pero pasa el tiempo y parece que cada vez voy más lento. Lo que sí es verdad es que ya tiene rato que no compro ninguna, ¡pero me las siguen regalando!

Si entro a una librería TENGO que comprar algo. Ahora ya solo es "algo", pero antes era solo libros. Logré "contenerme" un poco, y si es comprarme una pluma, un separador o una postal, con eso tengo.

Tengo manía con las nubes... Sobre todo con tomarles fotos. Quien conozca mi perfil de Flickr lo notará, aunque intento disimularlo. Me gusta verlas, tomarles chorrocientas fotos, compartirlas, mirarlas, levantar de nuevo la vista para observar otras. Puedo estar en la boda del año, con los novios esperando a que les tome la foto, y prefiero dejarlos esperando en pose y dedicarme la nube que nos pasa por encima y fotografiarla primero.

Twitter. ¿Quién no con los teléfonos inteligentes? Ni tengo tantos seguidores ni soy tan activa, pero cada 20 minutos reviso qué hay de nuevo, qué hay de viejo, qué hay de nuevo y qué hay de viejo.

...y el chocolate... ¡Cómo olvidarme del chocolate! Todos los días, llueve, truene o relampagueé tengo que comer al menos algo que contenga chocolate.

Ok lo acepto, no soy una maniática de libro, pero entre una cosita y la otra se van sumando y después... ¿Eres manática? Según la Dra. María Elena Moura, las manías deben observarse porque pueden alterar las actividades de vida cotidiana y deteriorar la convivencia. Estas repeticiones o rituales se originan por lo general en personalidades muy rígidas y estructuradas a las que las que angustia romper un cierto orden que precisan mantener.

¿Será que soy demasiado rígida?

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